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Aumenta flujo de migrantes al sureste, van de regreso

Por Pedro Morales

Apizaco, Tlax.- Hambre, sed, frío, lluvia, sol, asaltos, extorsiones, secuestros, asesinatos es a lo que cada indocumentado centroamericano se expone en su tránsito por territorio mexicano, convirtiéndolos en un sector altamente vulnerable.

No solo están expuestos ante la delincuencia común que los despoja de sus pertenecías, también enfrentan al crimen organizado y muchas veces ante las propias autoridades de migración y policía.

Pero eso no es lo peor, tras enfrentar una serie de sufrimientos, ahora cientos o miles vienen de regreso, no pudieron pasar del otro lado, otros se desanimaron, la mayoría han sido deportados y van de regreso sin ilusiones, ni dinero.

Ya no hay sueño americano.

Miles de historias quedaron guardadas entre los rieles, en los vagones del ferrocarril, pero el viaje de ida a la frontera norte estaba cargado de ilusiones, de un mejor porvenir.

Vienen sin haber cumplido su meta, con hambre, sin dinero y a enfrentar un futuro incierto en Guatemala, El Salvador, Honduras o Haití, son cientos, miles los que vienen de regreso.

Invaden las calles de Apizaco, piden dinero desesperadamente y más si van de regreso, afirma Epifanio Santos, originario de Coroneo e integrante del grupo de ayuda a migrantes llamado “Migrantes de Coroneo”, dijo que actualmente vivir en los Estados Unidos se ha convertido en una pesadilla.

“Se acabó el sueño americano para muchos de los indocumentados, ahora hay amenazas de cárceles y de extradición”.

Contó que se han organizado movilizaciones de estudiantes, migrantes y asociaciones a favor de los latinos.

“Muchos de los migrantes no participan directamente en las marchas por temor a ser deportados, otros sólo llegaron aquí para estar encerrados, sin poder salir porque tienen miedo de que los regresen y no poder recuperar ni siquiera el dinero que gastaron para su viaje a los Estados Unidos”.

Los principales temas que las legislaturas tratan de endurecer contra los inmigrantes son licencias de identificación, de conducir, empleo, educación, salud o presupuesto.

En relación al presupuesto se aprobaron 49 leyes en 28 estados: Arizona, Arkansas, Colorado, Delaware, Distrito de Columbia, Florida, Georgia, Hawai, Illinois, Iowa, Kansas, Louisiana, Maine, Maryland, Massachusetts, Michigan, Mississippi, Missouri , New Hampshire, Nueva Jersey, Nueva York, Oregon, Pennsylvania, Rhode Island, Carolina del Sur, Tennessee, Utah, Virginia y Washington.

En educación se aprobaron 17 leyes en igual número de estados: Arizona, California, Colorado, Florida, Illinois, Ohio, Oklahoma, Oregon, Utah, Washington y Virginia Occidental. Cuatro proyectos de ley fueron vetados.

En empleo 20 estados promulgaron 27 leyes: Georgia, Hawai, Illinois, Iowa, Kansas, Kentucky, Maine, Maryland, Mississippi, Nebraska, Nuevo México, Nueva York, Oklahoma, Carolina del Sur, Tennessee, Utah, Virginia, Washington, Wisconsin y West Virginia.

Pero no fue sino hasta el mes de julio de 2010 cuando las leyes promulgadas por Arizona sobre el control de la inmigración, conocidas como SB 1070 y HB 2126 captaron los reflectores mundiales.

Las leyes estaban encaminadas a que cualquier persona podría ser detenida en la calle sólo por su aspecto y ser cuestionada sobre su estatus migratorio además de la prohibición de empleo para los indocumentados.

En Apizaco, un grupo de seis guatemaltecos y tres salvadoreños, esperan en el albergue de “La Sagrada Familia” el arribo del tren “La Bestia”, van de regreso, porque el frío de este domingo los obligó a bajarse, también el hambre.

Milton Arguelles Solar comentó que fue víctima de un secuestro, “me pasó en Medias Aguas, Veracruz, unos tipos llegaron armados, los extorsionaron, nos pedían dinero, luego nuestros números de teléfonos para pedir dinero a nuestras familias”.

Como no se los dimos, nos golpearon, pero nos dijeron que no fuéramos a abrir la “bocota” sino nos mataban, comenta Camilo, migrante de El Salvador.

Relata que salió de su país porque la situación económica es muy crítica, deseaba llegar a Estados Unidos, pero espera sea deportado porque su paso por México ha sido muy duro y tiene miedo de continuar.

El cruce de la frontera es imposible, una enorme barda de acero impide cruzar, de noche y de día hay aviones, helicópteros y “los polleros nada más nos roban y abandonan, no hay forma de pasar al otro lado”.

Teníamos fe en Dios en cruzar pero ya mejor vamos para atrás, de regreso, no queremos seguir por tanta maldad que hay en México.

Antier en Huehueteca, Estado de México, ahí nos corretearon unos enmascarados, luego la policía me dijo que si se la hacia de “pedo” me iban a entregar a los señores.

Les pregunté quiénes eran esos señores, y me dijeron que ya tenía idea de quiénes eran; le pregunté si era Migración, me dijo no, tú ya sabes Los Zetas, mejor regrésate, relató.

 

Agregó tener miedo; “mi familia en El Salvador no sabe que fui víctima de extorsión, por no querer alertarlos, me da temor que les pueda pasar algo.

No denuncié los hechos porque “nos han dicho que Los Zetas son muy poderosos y les tengo mucho miedo”.

Por su parte, Miguel de 45 años, también guatemalteco dice no tener miedo a que le pase algo en su regreso por México, necesita trabajar para ganar dinero y mandarlo a su esposa y cuatro hijos y pagar la renta de su casa.

No obstante, narró que de ida en Chiapas, en el poblado de Arriaga, lo asaltaron y golpearon, pero eso fue lo menos, su compañero de viaje fue secuestrado y no volvió a saber de él.

Venía con otro compañero pero a él lo secuestraron, de ahí no supe más de él, reitera.

Recién habíamos llegado del tren, estábamos comiendo y ahí nos encerraron, yo corrí pero él no tuvo la misma suerte, se lo llevaron cuatro personas, se bajaron de una camioneta con pistola diciendo “no te muevas, ya sabes quienes somos” y se lo llevaron, eso fue en Tierra Blanca”, narra.

Dijo que denunció los hechos pero le pedían quedarse “yo no puedo, tengo que seguir de regreso a Guatemala, en México me ha tratado mal la policía, salgo a la calle y enseguida me está deteniendo”.

“Me tiran al suelo, no quiero quedarme aquí”, dijo el migrante quien espera juntar dinero para continuar su camino de regreso, allá por el sureste, por donde sale el sol.