“EN TLAXCALA NOS SIGUEN CAZANDO  COMO ANIMALES”: MIGRANTES

“EN TLAXCALA NOS SIGUEN CAZANDO  COMO ANIMALES”: MIGRANTES

225
Compartir

Por Por Pedro Morales

“Yo me llevo 52 postas de acero en mis piernas”, dice un migrante que fue baleado en Huamantla, otro de sus compañeros herido ya partió rumbo al sueño americano y uno más que se quedó para acompañarlo, dice que lleva 17 postas que ya nunca se las van a quitar y que ahí se les van a quedar, incrustadas en su cuerpo

Los migrantes centroamericanos fueron víctimas de una agresión más en el lomo del tren “La Bestia”, heridos llegaron al albergue  “La Sagrada Familia” en Apizaco, con espanto en su rostro dicen que viven de milagro.

Cabe destacar que en las inmediaciones de Xaloztoc se dio el primer ataque de la ”Banda de los Negros”, con saldo en esa ocasión de un centroamericano muerto y otro herido, pero los ataques armados no han parado a pesar de las denuncias.

Así describen una y otra vez a sus agresores, visten de negro, con pasamontañas, armados y se trasladan en una camioneta similar a las de las policía municipal y estatal, siempre atacan amparados en las sombra de la noche.

Incluso en uno de estos ataques resultó un vigilante fallecido y recientemente en las inmediaciones de Huamantla fue quemada una de las patrullas con que los guardias de Ferrosur hacen sus recorridos.

Pero también ya se han registrado otros tres ataques en contra de los migrantes, en la oscuridad de la noche que hace difícil identificar el lugar y sobre todo reconocer si en verdad se trata de los guardias privados de policías municipales y estatales los causantes de las agresiones.

LA ODISEA

Con mucha preocupación en el rostro y muy desconfiados, los migrantes aceptan la entrevista bajo la advertencia de “sin nombres, ni fotos”, es por miedo, tenemos miedo de que vengan a rematarnos”, se justifican.

Uno de ellos es salvadoreño y el otro hondureño.

Coinciden en señalar que todo ocurrió la noche del pasado cuatro de septiembre, cuando venían sobre los vagones del tren que abordaron en la estación de Orizaba.

Éramos doce compañeros de El Salvador y Honduras, indican que desde el primer momento, al subirse a La Bestia, los garroteros, los vigilantes, esos hombres de negro que custodian el ferrocarril los esculcaron y les robaron su dinero.

Así llegaron a las inmediaciones del Pico de Orizaba, luego ya más adelante en lo que suponen es territorio del estado de Puebla, los volvieron a bajar, pero esta vez fueron policías estatales, municipales y soldados los que otra vez les quitaron lo poco que les dejaron los garroteros.

Concuerdan que en ese lugar les tomaron una foto a cada uno de ellos, sin saber para que, así abordaron otro tren al filo de las seis de la tarde y el jefe de los vigilantes les ordenó que se fueran al último vagón.

Solo una joven mujer embarazada le dijeron que se metiera en una de las tolvas, pero el grupo fue obligado a pasar a la parte trasera del último vagón, y que por cierto el tren iba muy grande, como de 60 vagones, todos de carga.

Y así se dirigieron a la terminal de Apizaco, ya en el territorio de Tlaxcala, pero se detuvieron cerca de unas fábricas y un paso vehicular, que ahora a la luz del día identifican como terrenos de la ciudad de Huamantla.

Se detuvo el tren y llegaron los custodios, les dijeron que se bajar porque los querían revisar otra vez, para ver si no iban armados, pero fue otro pretexto para robarles sus escasas pertenencias.

Lo que les quedaba iba para la bolsa del jefe, lo mismo algo de valor que llevaran en sus mochilas, el tren reinició su marcha y entonces vieron un destello, era una luz que provenía de una camioneta blanca con franjas negras.

Indican que la vieron claramente porque el tren iba despacio, tenía la leyenda de Seguridad Privada, en los costados y en la trompa, la camioneta se quedó parada y de inmediato se escucharon las dos detonaciones.

Tres migrantes fueron alcanzados por las postas de la escopeta con que les dispararon, “nos cazaron, tiraron a matar y gracias a que estábamos parados los proyectiles no nos dieron en órganos delicados, nos hubieran matado, sin duda alguna”, refieren.

Todo ocurrió arriba del tren. Nos tiraron a matar, no hubo nada, ni una palabra, solo plomo caliente.

LOS ATRACOS

Con desesperanza narran que garroteros como vigilantes al revisarlos les piden cigarros, pero al final les quitan su dinero, luego el tren se detuvo y llegaron otros vigilantes que pidieron auxilio por radio.

Les dijeron que una ambulancia llegaría a la ciudad de Apizaco, que ya estaba cerca, había miedo de que los agresores regresaran a matarlos, se escondieron, cuando llegaron los policías, los federales, las ambulancias y se los llevaron al hospital.

La verdad es que fueron tres heridos, “yo tengo como 47 balines en la pierna izquierda y otros cinco en la derecha, los doctores nos dijeron que se deberían de quedar ahí los balines de acero, porque si os sacaban iban a causar más daño muscular”

Los doctores dijeron que los balines van a salir solitos dentro de diez o quince años, pero que no les iba a pasar nada, luego les dieron medicinas y los dieron de alta, convalecen y ya solicitaron su visa humanitaria.

Pidieron que se ponga más vigilancia en ese lugar, que pongan luz, es un tramo oscuro, del lado izquierdo, porque es muy oscuro, que pongan más vigilancia y sobre todo justicia.

Agradecieron que les tendiera la mano la Comisión de Derechos Humanos, del Ministerio Público, pero que se haga justicia porque ya son muchos casos de agresiones con armas ”nosotros venimos desarmados, no nos podemos defender”, argumenta uno de ellos.

Indica el de la voz que ya cumplió una año y que ha sido deportado varias veces, de Caborca, Guadalajara, Monterrey, de Hueheuetoca y de tierra blanca. Soy de Honduras, allá tengo familia, mis hijos, dos, mi esposa, mi mamá, mis hermanos.

Agradece que ya se comunicaran con sus familias, y solo esperan la visa humanitaria.

Otro de sus compañeros originario de El Salvador, muestra también sus heridas,  se lleva 17 postas, coincide en que durante todo el camino son atracados, y dice que le robaron su celular y su dinero.

Sospecha que durante el recorrido hay halcones” de los vigilantes, policías y soldados, ya que se separó del grupo para sacar dinero en una sucursal bancaria en Ocosingo, en Salto del Agua y cuando los revisaron el jefe de los vigilantes le dijo que quería el dinero.

Logró salvar 500 pesos que metió en un abolsa de tortas, ahí entre el pan logró salvar su dinero “no es justo que nos hagan eso, que nos roben, que nos lesiones, eso es malo, venimos con miedo de los asaltos, de los maras, de la muerte.

Al igual que su compañero pide justicia, que se investigue y se castigue a los culpables, t ruega por obtener una visa humanitaria, para seguir su viaje y pasar al otro lado, a los estados Unidos, a cumplir su sueño.

Define que todo estaba preparado, quedesde el momento en que los psaron al último vagón, desde que protegieron a la mujer, sabían que no estaba bien, que algo iba a pasar, pero nunca se imaginaron que venían

NO PARAN LAS AGRESIONES

“Sigue la pasividad de las autoridades, no se mira siquiera la intención de ampliar las investigaciones, en esta y las otras agresiones con armas” dijo Elías Dávila Espinoza, responsable del albergue “La Sagrada Familia” de Apizaco, quien señaló que las agresiones,  los accidentes y vejaciones hacia este sector de la población han crecido.

“Ahí están los presuntos custodios de Ferrosur o públicos que atentan contra ellos; ciertamente escapa a la instancia estatal, pero ojalá y a ellos también se les den indicaciones para que los traten bien y si alguien comete un delito,  que se le castigue”, expuso.

Acaso es muy difícil para la policía investigar a los custodios que trabajaron en ese tren el 4 de septiembre, acaso no les pueden hacerla prueba de Harrison para ver si dispararon sus escopetas o por medio de pruebas de balística.

Lo que pasa es que no quieren tomarse la molestia, comenta.

Agregó que en lo que va del año se han interpuesto dos denuncias penales, una por lesiones y otra por daño con arma de fuego, estas tres de este septiembre del 2016, las cuales se suman a las de 2015, cuando un centroamericano perdió la vida porque fue baleado y uno más resultó herido.

Expuso que las acciones emprendidas por órganos de Derechos Humanos son parte de los pasos que se dan para que haya atención al migrante en tránsito y tenga un trato digno.

“Pero Tlaxcala debe ser el lugar donde al migrante se le respete, se le vea como hermano, en paz. Cuando sucedan hechos de agresión, todos debemos meter mano, cada uno en lo que le toca”, propuso.

Dávila Espinoza enfatizó: “lamentamos la pasividad de autoridades y que puedan seguir más casos. Un presunto mal custodio de Ferrosur puede decir, a fin de cuentas no me hacen nada. A lo mejor sean policías de comunidad, quién sabe”.

Al mismo tiempo comentó que al paso que vamos el flujo migratorio de centroamericanos se va a duplicar con relación al año pasado, en el mismo periodo de tiempo.

Esto significa que más y más gente busca la ayuda del albergue de “La Sagrada Familia”, que ante el flujo constante de nuestros hermanos ve mermadas drásticamente sus despensas, sus reservas.

Por eso acudimos a la sociedad tlaxcalteca, para que nos traiga sub ayuda humanitaria, que la haga llegar a nuestra albergue o a su parroquia, dónde hacen falta alimentos, aceite, arroz, azúcar, café, agua embotellada.

También ropa en buen estado, gorras, mochilas, zapatos, jabón, rastrillos, desodorantes, cobijas, pantalones de mezclilla, calcetines, atún, pollo, verduras, hace falta de todo, de manera urgente.

El sacerdote hace un llamado para donaciones en efectivo, para comprar el gas, hacen falta también cilindros, porque la demanda es muy grade y la verdades que Apizaco se ha convertido, con el funcionamiento de los voluntarios de este albergue en una verdadera “Isla de Esperanza”, para quienes van en busca del anhelado “sueño americano”.

Dejar una respuesta