Aquí Xicohténcatl

Miguel N. Lira orgullo de Tlaxcala

TLAXCALA/27/02/2020

Miguel Nicolás Lira Álvarez, tes laxcalteca de nacimiento, fue un hombre polifacético, carismático, misterioso, casi un genio, periodista, poeta, escritor, dramaturgo y tipógrafo, además de impulsor de artistas y escritores.

En este 2020 se realizarán diversos eventos en el marco del LIX Aniversario Luctuoso de Miguel N. Lira, el Instituto Tlaxcalteca de la Cultura (ITC), para conmemorar la vida y legado del escritor y poeta.

El miércoles anterior se realizó un homenaje y ofrenda floral en el busto del dramaturgo tlaxcalteca, ubicado en el Jardín Botánico de Tizatlán y se reconoció a la escritora Isolda Dosamantes como “Literato del Mes”, distinción realizada en el Museo “Miguel N. Lira” a partir de las 12:00 horas, y posteriormente se develará la pieza literaria “La Caprichosa” del orfebre Rafael Montoya.

El público en general y amantes de las letras disfrutó del concierto de ópera y poesía a cargo del contratenor Ignacio Fragoso y la escritora Gabriela Conde, respectivamente.

Entre muchas anécdotas se recordó que Miguel N. Lira concibió la idea de plasmar en las paredes del Palacio de Gobierno, a través de murales, el desarrollo de la historia del estado.

El desaparecido artista Desiderio Hernández Xochitiotzin ejecutó la obra, pero Miguel N. Lira fue el principal promotor del proyecto de reflejar la gran historia que tenemos como pueblo, en los murales de Palacio de Gobierno”, puntualizó.

Evidencia de las etapas de la vida de Miguel N. Lira se encuentran en el museo que lleva su nombre en la capital del estado, ahí se constata que fue influenciado por la lírica de Ramón López Velarde, Lira comienza a escribir sus primeros poemas, poemas sueltos, que después tomarán forma en su primer libro.

De esa época, 1922, son mis primeros versos que recogí años después, en mi primer libro de poesía:

“Tú”, en el cual mis ojos fueron a la provincia, ésta no vino a mi obra como un tema aristocrático, sino profundamente ligada al fondo humano de nuestro suelo, desde entonces volví a los versos y a no tener más obsesión que la de hacerme poeta.

Si hablamos de un Lira poeta, no debemos pasar por alto al tipógrafo y editor, al escritor de novela, prosa, teatro, cuentos, etc.

Aunque las letras no fueron su único oficio en su profesión de abogado, laboró por 30 años en la burocracia judicial, actuando en los puestos de actuario, secretario, oficial mayor.

Secretario del Tribunal del Primer Circuito, secretario de estudio y cuenta de la Suprema Corte de Justicia y juez del Distrito de Tlaxcala y posteriormente de Tapachula, fue candidato a Gobernador de Tlaxcala en 1947.

Considero que la diversidad de actividades impide el desarrollo de una en específico, sin embargo Lira, es un artista fecundo, como editor publica la obra de Octavio Paz, Xavier Villaurrutia, Efraín Reyes, Alfonso Reyes, Rafael Solana, entre otros.

Su editorial “Fabula” surge en su casa de la colonia Portales en la Ciudad de México y con una prensa “Chandler” que rebautizó como “La Caprichosa”.

Esta diversidad de actividades hace estudiar a Lira desde diferentes ángulos, pero a pesar de su prolífico trabajo podemos ubicarlo como “Chong Lee” el amigo de Frida Kahlo, en la Escuela Nacional Preparatoria.

Formó parte del grupo “los cachuchas” además de amigo de Kahlo tuvo una relación muy cercana con Alejandro Gómez Arias con quien funda la revista Fabula (1934) un espacio para la difusión de las ideas: “Fabula -Hojas de México- sin grupo, sin egolatría.

Sin otro compromiso que escuchar con humildad atenta, las voces de México” . Frida pinta su retrato en 1927.

“…Pinté a Lira porque él me lo pidió, pero está mal que no sé ni cómo puede decir que le gusta. Buten (sic) de horrible.

No te mando la fotografía porque mi papá todavía no tiene todas las placas en orden con el cambio; pero no vale la pena tiene un fondo muy alambricado y él parece recortado en cartón. Solo un detalle me parece bien (one ángel en el fondo), ya lo veras.”

Entre los libros más conocidos de encuentra La Guayaba el instituto Tlaxcalteca de Cultura realizó una edición facsimilar en 1990.

Al adquirirlo en la tienda de su museo, una señora comenta “ah ése es La Guayaba” con orgullo que transmite, Miguel N. Lira no forma parte de la fila de los escritores comerciales.

Pero la calidad de su poesía nos acerca a la provincia, a las calles de Tlaxcala, a su catedral y a sus tiendas con sus dulces típicos.

La Guayaba, es un texto escrito en 1927, con una segunda edición de 1968 y un taraje de 200 ejemplares, lo que como consecuencia trae un lectura en un círculo muy cerrado.

Es un libro costumbrista, de lectura simple, lleno de imágenes, algunos poemas están escritos con muchas voces, voces populares.

El enamorado “las palabras, se dicen con los ojos. -¿nos vemos a las seis?…- sí, en el cine” la imagen del borracho “todo, poeta y corazón, hacia la noche con las malas palabras en la boca.

En la pared, la sombra amplificada, en el contracanto terco de los pasos…” En la gente del camión “Rubia de oro la cabellera corta.

Cuerpo desquebrajado por el jazz (…) a su vista, la sugerencia del letrero: -No mire mucho al chofer porque lo sueña”.

Y todo esto nos lleva al juego clásico Lotería “…del cartón repleto de maíz y monigotes.

Y más tarde, el tortuoso alarido: aquí no´más ¡Lotería!

“Antier tute (sic) la tarde fue tuya, vino Isidoro Gurria y estuvimos releyendo tus maravillosos poemas de La Guayaba; te admira buten (sic)”.

Le escribe Frida Kahlo el 12 de Septiembre 1927 .

Otro de sus poemas evoca la vecindad, podemos llamarlo visual, por la cantidad de imágenes que proyecta.

Pareciese como una cámara cinematográfica que atrapa en cierto momento y tiempo la vida cotidiana de los habitantes “nieve en los tendederos de la casa2.

Amanecer de los gorriones y dialéctica grave del perico.

En las macetas, locura de flores que se abrieron por llenarse de sol.

La forma descriptiva nos lleva por la línea de los sonidos discordantes y propios de una vecindad.

“¿En qué lugar del alma podrá esconderse el trino de la alondra que canta ‘negra mala’ y dónde sepultar el reumatismo del violín concertino que en el segundo patio se agrava cada día (…). ¡Azucarillos de leche, limón y fresa!”.

En la metáfora del reumatismo podemos imaginarnos cualquier viejo con traje destintado por las manos del tiempo, mientras el sonido va y vine sin sentido alguno, ¿cuerdas gastadas?

Quién sabe, pero se mueve lento, aburrido, al ritmo de su “reumático” violín mientras los pasos de la gente y los choques de las canicas se introducen dentro de los cuartos húmedos de la vecindad.

Lira nos presenta diferentes situaciones: “doña Luz se propasa en el anhelo de criticar a la del 9 que hace traición al matrimonio y al hogar conyugal, con el amor del estudiante que palidece más cada minuto, y que recubre sus ojeras de un detonante luto (…).

¡Oh muerte de Cristo amarga, ¡Oh sangre de Cristo derramada!, ¡Oh pena Grave y cruel !”.

Finaliza con la imagen de Tlaxcala, esa imagen que vemos al salir a los patios cubiertos con macetas de geranios: “y el patio abierto al cielo azul y a los sentidos, en un perfecto acuerdo para todos…”.

En este texto hay papel china por doquier, olores a fruta, pulque y sudores diversos mientras los niños cargan a “los peregrinos” antes de llegar a una puerta y pedir “posada”.

“Cuelga en el patio la piñata, -buque que ya naufraga en las miradas de los niños- las velitas azules, amarillas y rojas se derriten junto a los ‘peregrinos’ que se envejecen más con la escarcha y el heno y que en sus ojos tienen el paisaje del eterno recuerdo (…).

Todos los gritos se confunden en las bolsas de los dulces, -ándale Luisa no te dilates con la canasta de los cacahuates-”.

Lira nos acerca al corrido, leyendas que nos narran a los héroes de la patria, para bien o para mal nuestros héroes ya están muertos, nuestra Revolución nos dejó a un Villa y un Zapata.

El rechinar de millones de balas y muertos con polvo en la boca, Miguel N. Lira nos da un visión de cómo concibe Revolución:

“Alaridos al viento, con la noche inmedible y el espanto en los ojos por la presencia de hombres fieros (…).

¡Revolución…! ¡Revolución! indisciplina de los foragidos (sic) que entregaron la vida, por el bien de gritar acordemente: -¡Que viva Pancho Villa! o, por cantar en los cuarteles la “Adelita” romántica, fresca y sincera como su corazón”.

Acercarnos a la poesía de Miguel N. Lira es encontrarnos con aquellos pasajes de la provincia mexicana, los poemas de Lira no son Tlaxcaltecas sino provincianos.

Todas las voces de los estados de la República tienen sonido a poesía popular, a una poesía que se lee en los kioscos, mientras se entrega una carta perfumada a la candidata en cuestión.

Se regalan flores y los pañuelos tienen olor a sándalo y perfumes que se consiguen por unos pesos en las farmacias, del color en las mejillas con betabel o pequeños pellizcos pa´enrojecer un poco.

Debemos considerar a Miguel N. Lira como un escritor fecundo y mayúsculo entre su obra publicada destacan:

El corrido de Domingo Arenas (1932), México Pregón (1933), la novelas, Donde crecen los Tepozanes y La escondida (1947), Una mujer en soledad (1956), Mientras la muerte llega (1958), sin pasar por alto sus cuentos infantiles y obras teatrales.

“Miguel N. Lira, obtuvo diversas distinciones que premiaron su talento literario siendo, sin duda, la más importante su ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua en 1955 a la par que el Fondo de Cultura Económica le publica su novela Una mujer en soledad, dentro de la colección Letras Mexicanas”.

Miguel N. Lira muere en 1961, dejando una novela aún sin publicar.