CDMX.- 18 de febrero de 2018
Estas unidades ofrecieron el servicio colectivo en calles del Distrito Federal por 20 años, hasta ser sustituidos por las “cotorras”
En la década de los 50, el antiguamente llamado Distrito Federal era como un pantano en el que los cocodrilos transitaban todos los días con personas en sus entrañas.
Por aquellas épocas circulaban autos como el Buick, la Sedaneta, el Lincoln Continental, el Fairlane y el Packard.
Era un México distinto: la gente aún le lloraba a su ídolo Pedro Infante (1958) y los pachucos eran el azote de los adultos con sus pantalones abombados, sombreros de pluma y leontina colgando.
De pronto, en el arroyo vehicular se acercaba el “cocodrilo” con uno o dos pasajeros en su interior. “¿Adónde va güerita?”, decía un conductor uniformado.
Estos taxis brindaron servicio durante veinte años y se les hizo parte de la fauna en la ciudad, hasta que las “cotorras” los sustituyeron llegando los 70.
En la radio, una de transistores y perilla según lo indican los cánones de la época, las estaciones de radio transmitían música de mambo, rumba, tríos y por supuesto, las voces de personajes como Jorge Negrete.
Se les identificaba por su inconfundible “hocico”, una tira de triángulos blanca pintada en serie que rodeaba la mitad de los coches. Una “cabeza” verde que adornaba aquella ilusión que dada la imaginación de los capitalinos fue nombrada de ese modo.
En aquellos días, los taxis eran compartidos, por lo que personas desconocidas viajaban en rutas similares.
