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Clama por ayuda urgente familia de la Malintzi, tres de sus hijos no hablan, no caminan, viven un drama

«Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo, y con sus hechos lo traicionan».
Benito Juárez.

Por Pedro Morales/ San Luis Teolocholco, Tlax.- Al final del camino que lleva a lo alto de la montaña de la Malintzi, justo en la parada de “El Aguacate” en el barrio de Cuxinca,  vive una familia que requiere de urgente ayuda humanitaria.

Está integrada por padre, madre, dos hijas y un varón, viven cada día un drama, que es una dolorosa realidad, los jóvenes ya adultos, esperan inútilmente, sin poder caminar a que llegue un alma caritativa para tenderles la mano.

Recientemente  lo alto de la montaña se vistió de blanco, el intenso frío provoca el refugio de los tres hermanos en humildes y rápidos sarapes, los tres descalzos, afectados de sus facultades físicas y mentales, no pierden la fe.

El jefe de familia viste una playera del PRI, frisa los sesenta años, lo acompaña su esposa, se identifica como Víctor Sánchez Texis, su esposa se llama Heriberta Salazar Texis.

El jefe de familia explica que sus tres hijos no pueden andar, por eso permanecen todo el tiempo en el suelo, sobre un petate ya muy viejo, tampoco pueden hablar bien, solo sonidos guturales salen de sus labios.

Alejandra Sánchez Salazar, la mayor, tiene 25 años, Gemma tiene 24 y Guillermo 23 años, casi nunca han salido de su casa, porque no se pueden valer por sí mismos.

El hombre dice que trabaja en el campo, es campesino, trabaja en lo que puede para mantener a su familia, siembra y prepara terrenos para el cultivo de maíz o lo que sea.

Cuenta con dos animales, que son su fuerza de trabajo para arar la tierra, ahora que ya  viene la temporada de siembras, el trabajo no falta, sin embargo el ingreso es raquítico 250 pesos a la semana, si bien le va.

Con ese dinero debe de mantener a sus hijos, no les alcanza para nada, tienen servicio de agua potable,  pero carecen de drenaje, la casa huele muy mal, las condiciones son de pobreza extrema, la ayuda no llega.

El jefe de familia dice que ha buscado ayuda, pero en todos lados le cierran la puerta, en el DIF estatal no le hacen caso y solamente ahora con el cambio en la presidencia municipal, el exalcalde Pedro Tecuapacho Rodríguez les iba a brindar ayuda. Pero solo los engañó y no les cumplió lo que les prometió.

Muestra un cuarto muy oscuro, es donde duerme la familia, es un cuarto sin puerta, ni ventanas, sin reboque, dice que también se lo van a rebocar, agradece la ayuda, pero su angustia crece, junto con el crecimiento de sus hijos.

“Los he llevado, para ver si con alguna terapia se mejoran, para que por lo menos caminen, tal vez con una silla de ruedas se puedan mover, para que no estén en el suelo, eso nos ayudaría mucho”.

Es un sueño, las necesitamos mucho, recuerda que llevo a Alejandra hasta el Hospital del Niño Poblano, “hasta vendí un terreno, pero nada más me robaron el dinero y no hicieron nada”.

Fueron como 15 mil pesos, dice que fue la herencia de sus padres, que el dinero se lo fueron quitando poco a poquito, hasta que se acabó, sin haber logrado mejoría alguna.

El drama es tan fuerte, que el hombre irrumpe en llanto, se quiebra, dice que ya no aguanta, que de verdad es urgente que alguien lo ayude, porque es una agonía despertar un día tras otro y vivir en esa pobreza.

Pero lo más desesperante es ver tirados a sus hijos en el suelo, sin poder platicar con ellos, sin poder sacarlos adelante, nunca han ido a la escuela, no saben valerse por sí mismos, son inocentes, su mirada ansiosa lo dice todo.

Nuca nos han ayudado, menos los doctores, “solamente hace unos días vinieron del DIF del municipio, ojalá y que la hija del gobernador doña Mariana González nos ayude, sabemos que es una gente muy buena, que de verdad se tiente el corazón, es muy urgente”.

Una y otra vez recuerda que en Puebla le dijeron que sus hijos iban a andar, pero ya pasaron 25 años y al contrario, el crecimiento de sus hijos los pone en aprietos, ya no comen como antes, ahora comen más, ellos piden sin saber si hay o no para comprar aunque sea un pan.

En otra ocasión dice que los llevo hasta San Baltazar Campeche, en Puebla, con gente que dice que cura, pero nada.

Reitera que su angustia crece porque no le alcanza para la luz, el agua, para alimentar a su familia, dice que a veces enferman y es otra aflicciòn, los curan como pueden con hierbas y ni esperanzas de llevarlos con un doctor.

“Yo solamente trabajo, la señora no puede salir, lostiene que estar cuidando, no podemos dejarlos solos, se lastiman, requieren de mucho cuidado, acarreamos leña, arrancamos zacate, hacemos lo que sea”, pero las fuerzas se acaban y la esperanza también.

Solo tenemos unos guajolotitos, pero ni esperanzas de tener una gallina, aunque sea para que nos dé huevos, casi siempre comemos hierbas del campo, es lo que nos ayuda.

Con las lluvias hay hongos, malvas, quelites, quentoniles y a base de puras hierbitas del campo es como sobreviven, solicitó que alguien lo ayude, que ojalá y le puedan llevar ropa, aunque sea usada.

Respecto a su camiseta con el logotipo del PRI,  dice que no es de ese partido, que extraña las campañas porque les regalan despensas, pero eso no alcanza para nada y ruega porque un alma caritativa les lleve un poco de ayuda.

Deseamos más que nada que nos regalen unas sillas de ruedas, aunque sea de uso, para que los muchachos se muevan, para que se levanten del suelo, porque “nosotros ya estamos viejos y ellos se quedan, no sé que va a pasar”.

Sonidos guturales salen de las bocas de los muchachos, ellas miran con ojos curiosos a quien los visita, con esa mirada de ojos negros curiosa e interrogante, parece que esperan, pero el tiempo pasa sin hacer nada, sin moverse.

El varón permanece quieto, junto a él una pelota, la rueda como puede, de lejos mira a los deportistas en los campos de futbol, en su triste mirada parece correr, con su pelota, olvidarse de su penar y del drama en que vive.

Allá en lo alto, lo que parece la cara de la Malintzi juega a las escondidas con las nubes, parece ruborizarse de tanta injusticia, de la necesidad de esta familia que solo espera que alguien, una mano caritativa se extienda y les traiga un poco de consuelo, solo eso es lo que piden, a lo que aspiran, un día sí y el otro también.