S.O.S. También somos tlaxcaltecas
«Malditos aquellos que con sus palabras defienden al
pueblo, y con sus hechos lo traicionan».
Benito Juárez.
Pedro Morales
Benito Juárez, Tlax.- Desde que el gobierno de Tlaxcala nos quitó los apoyos los adultos mayores, tenemos que trabajar de sol a sol, sin posibilidades de avance, sin prestaciones, sin seguridad social pero trabajamos con la familia.
Al afirmar lo anterior, el matrimonio formado por Francisco Águila y Rebeca Hernández, agradecen que la empresa empacadora de chiles “La Morena”, les brinde la oportunidad de ganarse unos pesos.
“Nuestro trabajo consiste en quitarle los rabos a los chiles jalapeños, parados en un solo lugar, con montones inacabables de chiles, toda la semana, todos los días es la misma rutina”, explicaron.
El pueblo de Benito Juárez, ubicado al oriente de Tlaxcala, es un pueblo triste, gris, que cada día crece pese a los avatares del destino, en sus calles casi no hay gente, solo el frío del viento que levanta pequeñas nubecitas de polvo.
El sol del mediodía quema, pero no calma el frio, en las solitarias calles no hay niños jugando, ni jóvenes escolares, parece un pueblo fantasma en el que de vez en cuando aparecen mujeres sin esperanza y terriblemente solas.
Pero esta tristeza gris nunca fue así, hasta hace unos cinco años, las maquiladoras de ropa daban empleo a cientos de lugareños, las familias prosperaban, pero vino la invasión china.
Los efectos devastadores del contrabando causó heridas mortales a la industria de la confección y del vestido, sus efectos se sienten en este pueblo, hay familias que tienen miles de pesos en maquinaria, pero se empolva, se acabaron los pedidos.
De entonces a la fecha, hombres y jóvenes se han visto forados a abandonar su tierra, salen en camiones los lunes para la ciudad de México, otros se van al norte a los Estados Unidos, a Canadá y el éxodo ha dejado un pueblo lleno de viejos y de mujeres solas.
No hay trabajo, el campo no da para más, las milpas no crecieron por el exceso de agua, la tierra se pulveriza, se convierte en talco, la soledad y la desesperación son la única compañía, no llegan los apoyos del gobierno.
Ante la situación surgen nuevos panoramas, más sencillos, pero al fin y al cabo es una esperanza, llegaron las empresas a la ciudad industrial, con ellas la oportunidad de empleo, pero se requiere de mano de obra especializada.
Casi por cuestiones humanitarias, los empresarios de la empacadora de chiles “La Morena”, se apiadaron de esta gente, crearon una especie de maquiladoras de chiles.
El trabajo consiste en arrancarles a cientos de miles de chiles el rabo, para proceder a su envasado, es un trabajo sencillo, cualquiera lo puede hacer, no importa la edad, ni la preparación académica.
Claudia Basilio Cuevas, encargada de la maquiladora de chiles comenta que hay una nómina de al menos sesenta gentes, que fluctúa dependiendo de la mercancía que llegue.
Comenta que en esta zona son tres las maquiladoras de chiles que se han instalado, hay otra en el pueblo de Benito Juárez y una más en el pueblo que sigue de San Francisco Villa Tecoaque.
“Aquí se emplea a todo tipo de personas, una de las condiciones es no poner restricciones, por eso lo mismo hay madres solteras, embarazadas, personas con discapacidad y personas de la tercera edad”.
Hay que hacer notar que las personas de la tercera edad y los jóvenes, no encuentran empleo en ninguna empresa, por eso estas maquiladoras fueron creadas para apoyar a la gente.
La arpilla nos la pagan en diez o trece pesos, son costales con malla que contienen cientos chiles jalapeños, algunos les llaman chiles serranos y otros chiles gordos.
Todo depende del peso que llegue a la empresa, que paga por tonelaje y depende lo que manden y lo que se entregue, es como se paga cada fin de semana lo trabajado.
Ahora con los huracanes bajó mucho en trabajo, poco a poco se va recuperando y todo depende de cómo venga el producto, la gente se gana desde veinte pesos hasta 250, 380 o 400 pesos.
Todo depende del número de gente que los ayude, a veces llega muy poco producto, pero a veces llegan los tráileres y entonces a todos nos va bien, pero la verdad es que falta mucho el trabajo.
Las maquiladoras de ropa ya están desapareciendo, el trabajo, si lo hay, es muy pesado, ya esa actividad se está abandonando, aquí empezamos a las nueve de la mañana, para terminar a las cinco o seis de la tarde o más noche.
Esta maquiladora llegó gracias a que los empresarios se han fijado que en la región hay mucha necesidad, no hay trabajo y en realidad esta es una oportunidad, se buscan los lugares apropiados.
El trabajo se debe desarrollar en donde se tenga sombra, que no tenga piso de tierra, son dos maquiladoras que dan trabajo, es cierto, se paga poco, pero algo es algo, la gente sigue saliendo.
Viene gente a contratar mano de obra, pero les pagan muy barato, de tal forma que el panorama es incierto, las familias se juntan para trabajar, todos tienen familia, ayudan los padres, los hijos y todos se suman al trabajo.
Así transcurren los días, los meses, sin esperanza, solo por las noticias se sabe que en Tlaxcala no hay pobres, que hay trabajo, que la situación está mejorando, pero la realidad es otra, es el Tlaxcala que no quieren ver, que es invisible.
Coincidieron en señalar los maquiladores que el apoyo de los gobiernos no llega, ni del federal y menos del estadio, por lo que manifestaron su añoranza por el gobierno de Héctor Ortiz, que estaba al pendiente de ellos, de los viejitos.