Aquí Xicohténcatl

CACAXTLA LUGAR DONDE MUERE LA LLUVIA EN LA TIERRA

El enigma prevalece a 43 años de su descubrimiento

Pedro Morales

REPORTAJES ESPECIALES (I)

Transcurridos cuarenta y tres años de su descubrimiento fortuito, la zona arqueológica de Cacaxtla aún guarda los misterios de su origen, de su identidad y del legado pictórico que nos heredaron los Olmecas – Xicallancas a las nuevas generaciones para su descripción.

El complejo arqueológico enclavado frente a la sierra nevada del Popocatépetl- Ixtaccihuatl fue descubierto, no por saqueadores, sino por vecinos de la cercana población de San Miguel del Milagro, en el estado de Tlaxcala.

Una mañana del 13 de septiembre de 1975, Manuel Vega Picil+ cazaba conejos, lo acostumbraba hacer con un palo a guisa de boomerang, lo lanzó y no le pegó al conejo sino a la tierra suelta que al golpe del palo se desmoronó.

Una serie de colores, un rostro furioso pintado de negro llamó la atención del campesino, se espantó y llamó al repique de campanas, para convocar al pueblo y compartir su descubrimiento.

Gran revuelo causó el personaje alado, en aquél entonces decían que era el diablo o que tal vez era la imagen antigua de San Miguel del Milagro, era un gran misterio su aparición.

Lo cierto es que atrajo la atención de propios y extraños, llegaron especialistas el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que no acertaban a describir el origen de las pinturas murales prehispánicas.

En el transcurso de cuatro décadas, se ha establecido que esta zona arqueológica es evidencia del hombre prehispánico de Tlaxcala, en donde se ha especulado sobre la arquitectura o la orientación de los edificios y la astronomía.

Este sitio arqueológico cuenta con escritura pictográfica, es la que nos dejaron y realmente no se ha podido interpretar. Ese es el enigma que ha prevalecido en lo que llevan descubiertas las pinturas.

MENSAJES SIN DESCIFRAR

El arqueólogo Andrés Santana Sandoval ex director del complejo arqueológico Cacaxtla-Xochitecatl del INAH, comentó que esta herencia pictórica es muy valiosa y se puede equiparar con los jeroglíficos de Egipto.

Allá fueron descifrados gracias al descubrimiento de la piedra roseta escrita en tres lenguas distintas, pero eso aún no ocurre en Cacaxtla.

Hay confianza en que nuevos descubrimientos puedan arrojar información para abrir el panorama y poder descifrar este misterio, en tanto la pintura mural es analizada, interpretada o comparada, pero sin llegar al fondo real de su origen.

El reto es conservar el testimonio, el pensamiento prehispánico como el Personaje Ave, que se muestra en el mundo prehispánico como una posible representación del día.

Las fuerzas del nivel superior del cosmos, por la misma asociación con el ave, es la contraparte del Personaje Jaguar, que a su vez se asociaría a la noche.

Por los elementos que presentan, se les ha asociado con deidades de los agricultores de riego y temporal, aunque en las pinturas existen imágenes que se relacionan con la tierra, el agua y la agricultura.

En el Templo de Venus, evidentemente es la dicotomía hombre-mujer y sobresalen los grifos que hacen referencia a Venus son muy claros, es un astro dual y por lo tanto deben estar asociados a esa deidad.

La dualidad era muy importante en la época prehispánica, al igual que los personajes Ave y Jaguar, en este caso hombre-mujer.

El Templo Rojo puede ser una alegoría al resurgimiento de la vida, a partir de la muerte, donde es evidente el culto al cambio, a la muerte y donde queda de manifiesto que ellos no la veían como un lugar de castigo.

Mucho menos como la posibilidad de pagar por todo lo que se ha hecho mal, porque su visión era que la muerte era una parte de la misma vida y de ahí se podía resurgir, por eso surgen muchos mitos.

Quetzalcóatl muele los huesos de los muertos y de ahí crea la vida, entonces esta es una alegoría de este proceso que el inframundo surge de la vida.

Existen más pinturas en el piso del Templo Rojo, posiblemente tienen continuidad y se relacionan con el inframundo, mientras en los edificios de la parte alta del Gran Basamento hay evidencia de niños sacrificados.

Algunos glifos sugieren un recorrido histórico, llama la atención una representación de Teotihuacán en llamas o lo que también podría ser un incendio que origino el abandono de ese sitio.

En estas pinturas, poco conocidas, se repite lo mismo, es decir personajes sacrificados, descarnados y desmembrados es el equivalente y posiblemente se trate de ofrendas.

PINTURAS EN MOVIMIENTO

En los inicios del estudio de la pintura mural, se descubrió a una serie de personajes en movimiento al que se le denominó Mural de la Batalla, pero al paso de los años y de las investigaciones, Piña Chan interpretó que posiblemente se trata de un sacrificio.

No hay batalla, los perdedores no tienen armas en la mano, están en una actitud sumisa, no ofrecen resistencia, ya fueron cautivados, fueron hechos presos y en ese momento están siendo sacrificados.

Se trata de una secuencia completa, se puede apreciar de izquierda a derecha y tampoco se ha podido establecer cual de estos dos murales fue el primero en ser elaborado.

Lo cierto es que fue cuidadosamente protegido para que no sufriera daño alguno.

Cacaxtla contiene escritura, arquitectura, cerámica, escultura, evidencias de un pasado que son en realidad un testimonio por sus espectaculares ofrendas cuyo significado no se puede  conocer a fondo, ese es el enigma.

Andrés Santana Sandoval reflexiona que Cacaxtla esta presente en los logotipos de las dependencias de cultura del gobierno estatal, en las placas de los automóviles.

En los vestuarios de grupos de danza regional, en artesanías y hasta en anuncios de empresas comerciales lo cual nos muestra el impacto que ha tenido en nuestra sociedad el conocimiento de estos testimonios históricos.

Sin embargo, maliciosamente preguntaría ¿por qué los tlaxcaltecas nos sentimos orgullosos de un conjunto de obras que insistentemente se nos dice, fueron creadas por un grupo que viene de la costa del Golfo (veracruzanos)?

¿Realmente que aportaron los habitantes de nuestro territorio a esa sociedad como para sentir nuestras las pinturas de Cacaxtla?, o ¿acaso solo somos buenos copistas?

“Mi opinión es que las respuestas a estas y otras preguntas aún son insatisfactorias debido a que se ha distorsionado, al sobrevalorar datos relativos a los olmecas y su llegada a Tlaxcala, así como los rasgos iconográficos foráneos, menospreciando la información sobre el desarrollo continuo de las sociedades que desde hace miles de años antes de nuestra era habitan este territorio”, refiere.

Se ha estudiado el significado de las pinturas desvinculado del conocimiento arqueológico de la sociedad que las creo, recurriendo finalmente a referencias históricas para explicar esta suma de datos.

La zona arqueológica que nos ocupa ofrece al investigador la posibilidad de aportar datos que pueden enriquecer el conocimiento de la cultura material de la sociedad que la construyó, la fisonomía de sus habitantes y de manera paralela nos permite conocer por medio de las pinturas su pensamiento, ideología e instituciones.

Cada una de estas vertientes de la investigación tiene sus técnicas, metodologías y medios para comprobar sus hipótesis, así como velocidades distintas para ofrecer resultados.

Sin embargo, las investigaciones en estos campos que se deben complementar, fueron entrecruzadas prematuramente, antes de contar con una visión de conjunto que permitiera orientar el rumbo a seguir después de los primeros resultados del trabajo arqueológico, que debió ser el eje rector de las investigaciones.

Involuntariamente se ha repetido el camino que dio origen en la primer mitad del siglo XX al concepto de la “cultura madre: los Olmecas de San Lorenzo, Tres Zapotes y la Venta, cuando todo aquello asociado o denominado olmeca se asimilaba como atributo de los creadores de esos monumentos, conformando un confuso corpus de información que requirió la realización en 1942 de la Segunda Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropología para aclarar el panorama.

Ejemplos como el anterior son numerosos y bien conocidos por los arqueólogos, por lo que no abundaré sobre ellos.

El proceso que debieron seguir las investigaciones y a la luz de los datos arqueológicos, desde 1990 nos hemos esforzado en demostrar que Cacaxtla tiene una historia propia en el transcurso de la cual y solo durante un breve lapso de tiempo entre los años 800 y 1292 de nuestra era los olmecas xicalancas posiblemente se adueñan del lugar que ya había sido abandonado por sus constructores, lo convierten en fortaleza y finalmente lo abandonan presionados por los tolteca chichimecas que son sus últimos ocupantes.

Continúa parte II