San Isidro Buensuceso último reducto de la tlaxcaltequidad

San Isidro Buensuceso último reducto de la tlaxcaltequidad

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Pedro Morales

La comunidad tlaxcalteca de San isidro Buensuceso, ubicado en la parte alta de la montaña de la Malintzi se niega a ser parte de la Megalópolis y prefiere conservar sus costumbres, tradiciones y forma de vida como desde antes de la llegada de los españoles.

Ya casi se cumplen 500 años de la llegada en 1019 de los conquistadores españoles encabezados por Hernán Cortés, quienes en la antigua republica de Tlaxcallan, encontraron férreo combate a sus temas de conquista por el héroe Xicohténcatl Axayacatzi.

Xicohténcatl el joven se dio cuenta de que los españoles no eran dioses, les mató a una yegua, la decapitó se las llevo como trofeo a los cuatro grandes señores  que gobernaban en aquel entonces.

Esta acción y las batallas de Tzompantepec, donde Xicohténcatl ordeno llevar alimento a los hispanos para la batalla final y no derrotarlos hambrientos porque no era gloria para los tlaxcaltecas forzó la alianza con los tlaxcaltecas.

Los cuatro señores de Tlaxcallan establecieron la alianza con los conquistadores con muchas ventajas para ellos, pero Xicohténcatl nunca estuvo de acuerdo, él los quería combatir al igual que a los aztecas, que fueron sus enemigos ancestrales.

Narran las crónicas de la época que el joven Xicohténcatl se fue a refugiar a las faldas de la montaña de la Malintzi, “La Señora de las Faldas Azules”, que les abrazó amorosamente y les dio casa, vestido y sustento.

Es por eso que los tlaxcaltecas que viven actualmente en las faldas de la Malintzi, en una docena de municipios es la gente más aguerrida que conserva arraigadas sus costumbres y tradiciones, incluso en la elección de sus autoridades por medio de usos y costumbres.

BASTIÓN TLAXCALTECA

Sin embargo vino la alianza con los conquistadores y el joven Xicohténcatl pagó con su vida su lucha por la independencia de su pueblo, narran los cronistas de ese entonces que fue ahorcado por órdenes de Hernán Cortés.

Así al paso de ya cinco siglos, los habitantes de Buensuceso ven cada noche como se extiende la mancha urbana de la Megalopolis y sus centellantes luces de la modernidad.

Por 500 años, este grupo de tlaxcaltecas han sido marginados y solamente utilizados para sacarles sus votos, las promesas nunca se han cumplido por la clase política de Tlaxcala y el país.

Conservan casi intactas sus formas de vida, alimentación y hasta su vestimenta es diferente a la de las y los tlaxcaltecas que viven en las ciudades, la gente es pobre y aún caminan descalzos y las mujeres calzan zapatos de plástico, faldas rabonas.

La principal actividad es la tala de madera para combustible y venderla pueblos abajo como leña en raja, morillos y cuadrados para las construcciones, haya que hace medio siglo su montaña se convirtió en área nacional protegida.

La depredación de los habitantes de San Miguel canoa, sus vecinos de Puebla, llevo al gobierno de Peña Nieto a decretar una supuesta “ cero tolerancia en contra de los talamontes” que depredan la riqueza forestal de la montaña de la Malintzi, pero que lastima a quienes de verdad viven ancestralmente del bosque en San Isidro Buensuceso.

La Profepa dio a conocer que se realizarán operativos interinstitucionales como la revisión de vehículos y el decomiso de hornos de carbón en la Montaña de la Malintzi.

De hecho ya se decomisó importante cantidad de madera y carbón ilegales, pero hace falta que entren en lo profundo y alto de la montaña, para descubrir la verdad de lo que está ocurriendo en ese parque nacional.

Sin embargo cada vez son menos los tlaxcaltecas que viven realmente de la leña, madera, carbón, colecta de hongos, capulines y en la temporada de lluvias la colecta de hongos silvestres.

En la mayoría de las casas hay madera apilada, lista para ser utilizada.

Hay miedo entre la gente por la creciente presencia de elementos policíacos, están espantados porque los nuevos funcionarios federales dicen que habrá cero tolerancia en contra de los talamontes, temen ser confundidos.

CERCA DE PUEBLA, LEJOS DEL GOBIERNO DE TLAXCALA

Fiscales y mayordomos de los festejos del “Corazón de Jesús”, comentaron que San Isidro es un pueblo tranquilo que se ha acostumbrado a vivir muy cerca de Puebla, pero “muy lejos de nuestros gobiernos”.

Emmanuel Gaspariano Pérez, padre de familia y de ocupación albañil agradece que haya entrado la vigilancia y afirma que la población acepta que venga incluso el Ejército Mexicano.

“La verdad es que la gente de Canoa, del lado de Puebla es la conflictiva”, ellos ya acabaron con su bosque, son como diez gavillas armadas con escopetas, motosierras y camionetas, explica.

“En menos de cinco años le han dado en la madre a su bosque”, asegura molesto.

Ya se lo acabaron y “ahora vienen chingando desde lo alto de la montaña del lado de Buensuceso, por eso la gente de este pueblo apoya las acciones del gobierno para frenar a los talamontes poblanos”.

Reunidos en la presidencia municipal auxiliar, padres y madres de familia van por sus hijos a la biblioteca, aprenden a manejar las computadoras.

Dialogan en náhuatl, informan que sus hijos tienen una materia para que no olviden su forma de expresarse, como lo hacían sus abuelos, deben estar orgullosos de su pasado, aseguran.

Comentan que siempre los de Canoa son los abusivos y solamente tres personas de Buensuceso se han aliado con ellos, sus nombres son: Ramón Domínguez, Pedro Pérez y Juan Flores.

Estos son los que apoyan a los de Canoa, los que van al mitote cuando agarran a alguno de sus cómplices, los de Canoa tocan las campanas, pero no es todo el pueblo, ni menos los de San Isidro.

José Luís Gaspariano, un preparatoriano de 19 años decide romper el silencio, “ya no aguantamos esta situación, la verdad es que todo el pueblo aprovecha la madera de la montaña”.

Pero para sus fiestas, para guisar, para sus casas y muy poca gente para hacer carbón y leña, el aprovechamiento es normal, como siempre, los malos son los talamontes de Canoa, sostiene.

Refiere que si acaso unos veinte jefes de familia recurren al corte de madera, pero cuando no tienen trabajo, “la verdad casi nadie vive del bosque, lo aprovechamos que es diferente”.

Denunció que hay contubernio entre talamontes y autoridades ecológicas y forestales de la CGE, pidió que expliquen la razón por la cual todos los días se reúnen en la caseta número uno talamontes y vigilantes.

Que también informen la lista de la gente de Canoa y Buensuceso a la que le han dado una credencial, para poder cortar árboles y sobre todo que revelen el abuso que cometen diariamente.

Dejan pasar los camiones cargados con morillos, tablas y cuadrados, mientras que atajan a los burreros con sus cargas de leña o carbón.

Consideró que eso es injusto y que deben castigar no solo a los talamontes, sino también a los vigilantes, inspectores y hasta abogados corruptos de las dependencias federales y estatales.

Por el momento se han alejado quienes saquean el bosque, han escondido en hoyos sus motosierras, hachas, machetes y escopetas en espera de que se calmen las cosas, revelan.

La modernidad ha llegado a Buensuceso, hay corrida cada quince minutos a la ciudad de Puebla, los autobuses llegan directamente a la Capu.

Sin embargo Buensuceso no pierde su originalidad aunque proliferan las casas de bloques, ya casi no hay chozas de madera, la gente sigue sus costumbres.

Las mujeres visten rebozo jaspeado que les cubre la cabeza, con ellos cargan a sus hijos en la espalda, la mayoría de ellas viste faldas amponas y rabonas que dejan ver sus fornidas y morenas piernas.

Al ver extraños hablan en náhuatl, se tapan la cara, no quieren fotos, los hombres son desconfiados, ya casi nadie camina descalzo y se podría decir que se conserva la pureza de la raza.

Un letrero en cartulina en una miscelánea, ya cerca de las faldas de la montaña, simplemente dice “Se Vende Gasolina”, la carretera perimetral que comunica a Buensuceso con Huamantla, está destruido. Es la presencia del moderno huachicol

GAVILLAS ARMADAS

Para la autoridad municipal, en voz de José Tomás Pérez Capilla, ex síndico del ayuntamiento, dice que se tiene un registro de 150 carboneros, entre ellos gente que vive del bosque.

Según el registro 20 de ellos son de Buensuceso y el resto de San Pablo del Monte de los barrios de “El Cristo”, “San Nicolás” y “San Isidro”.

Aprovechan la madera de ocote, oyamel y pino bajo un acuerdo con las autoridades forestales, reconoce que hay evidencia sobre la presencia de al menos ocho gavillas de talamontes.

Ellos son quienes ya acabaron con el bosque del lado de Puebla, son los que se enfrentaron con los de la AFI, los que causan siempre problemas y dicen que son todo el pueblo, “eso no es cierto”.

Alertó que estos talamontes ya dañaron 70 por ciento del bosque en lo alto de la montaña del lado de Buensuceso, “diario se roban nuestra madera, están acabando con el bosque”, advierte.

“Si no los paran, seguramente en menos de tres años van a acabar con lo que queda del bosque, por eso son importantes los operativos, aunque algunos digan que son lastimados”, concluye.

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