CDMX/15 /06/2019
¿Dónde estás papá?, es el grito desesperado de cientos de personas que buscan a sus seres queridos luego que un día simplemente desaparecieron dejando atrás: trabajo, amigos, negocios y, sobre todo, a su familia, que este Día del Padre sufren porque en lugar de preparar una reunión para abrazar al jefe de familia, deben preparar sus carteles para salir un día más a las calles a buscar a su ser querido
Armados de esperanza y sus ganas de seguir adelante han vivido los últimos días, meses y hasta años, con el sueño de que el día menos pensado al dar la vuelta a la esquina vean ese rostro tan familiar, sientan esas manos que todo lo reparan y queden entre esos brazos donde no había miedo, soledad o falta de amor.
Bonifacio Oribe Téllez, un maestro jubilado de 65 años de edad, salió de casa un viernes, fue a llevar a su hijo Carlos a una cita médica y luego lo acompañó al Cebetis. El siguiente paso era volver a casa, pero no ocurrió.
Por la noche, su hija Leticia, también maestra, llegó cansada del trabajo y para no despertar a la familia fue directo a la cama, al otro día se marchó temprano a un cuso y mientras soñaba con ser una gran maestra recibió la llamada, su papá no había vuelto a casa.
Así inició el viacrucis para esta familia de Huauchinango Puebla. Conocedores que la autoridad les haría esperar 72 horas para iniciar una carpeta de investigación, ese 29 de abril de 2016 salieron a las calles, recorrieron campos, comunidades cercanas y la casa de familiares donde pudiera estar papá, pero este no apareció, era como si se lo hubiera tragado la tierra.
El ex maestro de indígenas no estaba por lugar alguno, sus alumnos se sumaron a la búsqueda pero nadie halló siquiera una pista de su paradero.
El maestro Bonifacio era querido en su comunidad por sus conocimientos en leyes, y cuando algún problema se presentaba él era la autoridad para ser consultado, la palabra era su arma y siempre se indignó de cualquier injusticia, por eso era ávido lector, aunque ahora su biblioteca luce desierta, sus libros se empolvan en espera de ser abiertos otra vez por él.