Pedro Morales
El inicio de la temporada de lluvias pone una vez más en evidencia la fragilidad de los vestigios arqueológicos que resguarda la gran techumbre de Cacaxtla, el agua es el ‘principal enemigo de los edificios y sobre todo de los murales prehispánicos que el sitio contiene en su interior.
Una enorme lona y cordones de seguridad colocados en torno al Templo de Venus, y la actitud beligerante de los ejidatarios custodios y el personal administrativo de la zona hacen temer por graves daños del murales de los personajes con cola de alacrán.
Nadie quiere hablar, se guarda hermetismo que conforman las sospechas de que algo muy grave esta pasando con este importantísima herencia cultural de los tlaxcaltecas.
A tres meses de cumplir 44 años de su descubrimiento, la zona arqueológica de Cacaxtla presenta graves daños en su estructura, y una escandalosa afectación en el Mural de La batalla; el abandono y la falta de mantenimiento especializados ha provocado derrumbes y la parcial destrucción del lado poniente del Gran Basamento.
La erosión causada por la temporada de lluvias es evidente, se suma a pequeños derrumbes que se han registrado al interior del basamento, como ha ocurrido en el Templo Rojo, donde a simple vista se aprecian graves daños a la pintura mural.
Todo está lleno de grietas, no hay mantenimiento de consolidación y de acuerdo a versiones de los propios custodios, con los temblores los murales se han agrietado en pequeños fragmentos.
El daño es progresivo y lo que ocurre en Cacaxtla es muy simple, de acuerdo a los ejidatarios convertidos en custodios, “los arqueólogos solo vienen cuando hay presupuestos, vienen para llevarse el dinero, pero en realidad la zona arqueológica que debería ser orgullo de Tlaxcala, no les importa para nada”.
Cabe destacar que la limpieza con que Cacaxtla recibe a los visitantes es evidente, no hay maleza, los caminos están cuidados, no hay basura, los trabajos de limpieza son constantes en las jornadas de trabajo.
Ese es el esfuerzo y el cariño que le pone la gente de San Miguel del Milagro a su zona arqueológica, sin embrago aseguran que la gente que viene de fuera solo viene a medrar con los presupuestos.
Las tareas de investigación y salvamento arqueológico se realizan con cifras multimillonarias, como la que llevó a descubrir dos cuerpos más del basamento con una inversión cercana a los tres millones de pesos.
Pero una vez concluidos los proyectos, no hay responsables para las tareas de consolidación y mantenimiento, al grado de que en estos momentos se puede constatar a simple vista el daño que registra el Gran Basamento.
Se nota el daño y la destrucción que han causado las columnas, a sus lados el vestigio se desmorona y se lo lleva la corriente de agua, sobre todo si se toma en cuenta que el material con que fue construido es barro y tepetate.
Las mallas que han colocado para detener la erosión ya no sirven para nada, y los ejidatarios consideraron que es mejor que elINAH se retire y deje en manos de los tlaxcaltecas la administración y mantenimiento del complejo arqueológico de Cacaxtla-Xochitécatl.
Sobre todo por el tamaño de esta zona que solamente en su basamento abarca una superficie de 200 metros de longitud, por 110 de ancho y 25 metros de altura, que se logró a base de la construcción de niveles cada 52 siglos.
Era la celebración del fuego nuevo, se tapaba una etapa, con sacrificios humanos, principalmente de niños, y el sitio se quedaba como lo dejaban y esto ocurre en El Templo de Venus, El Templo Rojo.
El Mural de la Batalla o del Sacrificio Divino y las imágenes del pórtico donde se ubican los personajes Ave y Jaguar se encuentran como originalmente fueron sepultados.
El sitio alcanzó su esplendor entre el 600 y 950 d.C. y el sitio es contemporáneo de Xochicalco, Cholula y El tajín y se ubica que fue obra de los Olmecas-Xicallancas, cuya influencia se hace manifiesta por las pinturas relacionadas con las culturas de la costa del Golfo del Altiplano Central.
Hace 44 años, pobladores de San Miguel del Milagro, del municipio de Nativitas, encabezados por Manuel Vega Piscil, encontraron por accidente uno de los primeros murales prehispánicos del sitio de Cacaxtla, y lo notificaron al párroco, quien dio aviso a las autoridades del Instituto INAH.
Así arrancó la exploración de “la joya” de la arqueología en Tlaxcala, cuyo descubrimiento es un acontecimiento ocurrido en octubre de 1975, y Cacaxtola esconde tesoros desde los primeros asentamientos en los periodos Formativo (1600-800 a.C.) y Preclásico (800 a.C.-100 d.C.); pasando por la primeras ciudades del Epiclásico (100-950 d.C.), hasta los estados y señoríos del periodo Posclásico (900-1521).
Tras el hallazgo del sitio prehispánico, las estructuras y los murales del sitio arqueológico quedaron expuestos a las inclemencias del clima.
Para protegerlos, en 1989, se colocó una enorme techumbre sobre el cerro; en mayo de 2007, una tormenta de granizo tiró un extremo de este techo, por lo que tuvo que ser reforzado.
Ahora el acceso cuesta 57 pesos, pero los destinos del dinero se van a oficinas centrales, mientras la falta de mantenimiento tiene en mal estado a las escaleras y pasillos de tránsito, donde la madera se ha torcido, las protecciones de los andadores se van destruyendo.
Pero lo más graves es que no hay mantenimiento arqueológico, por lo que los custodios y vigilantes consideraron que sería mejor una administración local, para evitar tanto descuido y abandono.
SE BORRA EL MURAL DE LA BATALLA
Irremediablemente el llamado “Mural de La Batalla”, de la zona arqueológica de Cacaxtla, cada día pierde sus hermosos colores, han bastado 39 años para que intervenciones equivocadas y la falta de una protección adecuada, ya han causado la pérdida de 70 por ciento o más del colorido original.
Desde hace cinco años, los propios arqueólogos de la zona alertaron sobre la desaparición del pigmento del mural, dijeron que hubo intervenciones de mantenimiento equivocadas, por parte del INAH.
Incluso que se habían borrado varios elementos, uno de ellos “Tres Corazón Sangrante”, que forma parte importante de la iconografía del mural, además de que otras intervenciones y equivocadas medidas de protección hacen temer que en menos de cinco años ya se habrán perdido estos vestigios irremediablemente.
El Mural de la Batalla mide aproximadamente 22 metros de largo y 25 metros cuadrados de superficie, por lo que se le considera uno de los más grandes en extensión del México prehispánico.
En él están representados los guerreros Jaguar de Cacaxtla, ricamente ataviados y armados venciendo a unos guerreros Águila, colocados en posición sumisa, desnudos y sin armas.
Desde su descubrimiento, el principal reto es evitar su deterioro, alguien sugirió colocar una barrera de vidrio, que actualmente existe, pero de acuerdo a las observaciones de los propios custodios, porque en este momento no se puede obtener una opinión calificada.
Esto debido a la notoria ausencia física de representante alguno del INAH, ni arqueólogos, ni encargados, menos hay un director que responda a las dudas o que se haga responsable del mantenimiento de la zona en su conjunto.
Esa barrera de vidrio que le fue colocado al mural, causa rizos de viento que tallan literalmente las pinturas directamente, con cristales microscópicos de partículas de polvo, que al paso de los años se convierten en lija que se lleva el azul maya.
Otro factor grave de afectación, es la resolana que en las tades soleadas pega directamente en el mural, sin protección alguna y esta es la principal causa de la acelerada desaparición de los colores azul maya, blancos, negros, ocres, verdes y rojos.
Los llamados de advertencia no han sido escuchados por los empleados del INAH, quienes con soberbia y altanería retan a que se dé información oficial o quieren saber quien da noticias, sin que sean oficiales, para proceder en consecuencia.
Los propios ejidatarios convertidos en custodios, que han sido testigos de la llegada y retirada de funcionarios federales, confirmaron que en verdad no existe interés por cuidar estos vestigios de los tlaxcaltecas.
“Solo vienen para llevarse los presupuestos, solo ellos saben lo que hacen, cómo han manejado las piezas, miles de piezas que existen en las bodegas y se teme que hasta han saqueado la zona, pero eso es difícil de comprobar”, reconocieron.
El artista plástico Martín Rojas, hizo el señalamiento hace más de tres años, incluso sugirió que los murales deberían ser retirados en su totalidad, junto con los elementos arquitectónicos , para salvarlos de su destrucción.
Que incluso en otros países ya se ha desarrollado técnicas para retirar la pìntura mural, sin causarle daño, para trasladarla a un lugar adecuado, con clima controlado y lejos de los efectos de la intemperie.
Pero la respuesta fue el silencio, las pinturas cada día pierden su esplendor, ya no son esas pinturas murales que se descubrieron y que causaban admiración a propios, extraños y extranjeros, se van perdiendo irremediablemente.
Durante la celebración del 30 aniversario, especialistas en la materia indicaron que Cacaxtla estaba enfrentando dilemas e incógnitas de su pasado histórico y el riesgo de la desaparición de los 12 murales.
Un grupo de 65 antropólogos de diversas nacionalidades y restauradores analizan a treinta años de haber sido descubierta Cacaxtla, en un Coloquio Internacional, por el INAH.
Aunque las muchas interrogantes se han desprendido por parte de los antropólogos y restauradores del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Luís Alberto Marto López, titular de Estudios Arqueológicos, explico que los murales del Salón Rojo y El Salón de Venus habían resultado afectados, principalmente por la ceniza del Popocatepetl.
En ese entonces el monitoreo que se realizaba en la zona arqueológica había despertado la preocupación del INAH, porque si bien se organizo para exponer los avatares y las vicisitudes de 30 largos años de conservación e investigación en el sitio.
El grupo de 65 investigadores de diversas nacionalidades ya planeaban nuevas líneas de investigación, pero se discuten los métodos y criterios para seguir excavando, porque solo un 10 por ciento de las excavaciones se han realizado en los promontorios de Cacaxtla.
No hay la certeza de los pobladores sean Olmecas-Xicallancas, ni a que grupo o políticas influían, no existe una precisión, comento el restaurador del INAH.
Si recordamos que el sitio fue descubierto el 13 de septiembre de 1975.
Desde entonces, siguen con muchas interrogantes y dilemas, los murales del Hombre Ave y Jaguar, El Salón de Venus y El Templo Rojo y la Batalla.
El infortunio de la contaminación, en su mayoría del 40 por ciento de sus colores, estaba empezando a desaparecer, comentario hecho por el pintor tlaxcalteca, Martín Rojas.
Andrés Santana Sandoval, exdirector de la zona arqueológica de Cacaxtla, confeso que las pinturas del Gran Basamento arqueológico corre el riesgo de que los vestigios puedan ser destruidos por fenómenos climatológicos o por los efectos de la actividad del volcán Popocatepetl.
Los 65 estudiosos de antropología de Estados Unidos, Canadá, Eslovenia y del INAH, recorrieron la zona arqueológica, para percatarse del deterioro que sufren las pinturas en Cacaxtla.
Pero en la actualidad el daño se ha acelerado, los vigilantes, custodios y ejidatarios pidieron la inmediata intervención del gobernador Mariano González Zarur, para que abra una línea de investigación sobre la causa de tan lamentable abandono de esta maravilla prehispánica de los tlaxcaltecas.
Le pidieron que “si en verdad le tiene amor a Tlaxcala, que rescate o mande a rescatar los murales de Cacaxtla, debe tomar en cuenta que son patrimonio de la humanidad y que no se vale que por negligencia de unos malos funcionarios, se ponga en riesgo esta herencia de todos los tlaxcaltecas”.
Indicaron que como se puede notar que ya no hay tiempo, se debe actuar de inmediato para defender lo que es nuestro, ya que de otra manera solo quedará el recuerdo y como una pesadilla en la conciencia de quienes pudieron evitar esta pérdida, pero no lo hicieron… ES UN ABANDONO DOLOROSO