TLAXCALA/ 5 /12/2020
Este hecho trascendente ocurrido en Apizaco, que nació con las locomotoras de vapor, también quiso tener la ilusión de volar y lo logró.
En 1934 el gobernador del Estado, general Adolfo Bonilla concibió la idea de construir en Apizaco un campo de aterrizaje para servicio de aviones militares y comerciales.
El investigador, cronista e historiador Mario Bojalil Bojalil, asegura que las instalaciones surgieron como una alternativa para Tlaxcala en caso de emergencias o desastres.
Tomando terrenos de San Miguel Atenco; empieza la construcción de esta gran obra la cual queda concluida, siendo inaugurada el 16 de septiembre de 1934.
Esta gran pista de aterrizaje comprendió lo que actualmente son las calles 2 de abril, Ignacio Zaragoza y 5 de mayo; llegando a los límites del Panteón Municipal.
Para la majestuosa inauguración llegaron avionetas que asombraron a los Apizaquenses, quienes observaban las piruetas y suertes que realizaban dichos aparatos en las alturas, toda la población aplaudía y vitoreaba esta demostración,
Llegando al máximo la expectación cuando fue el lanzamiento en paracaídas de dos intrépidos pilotos.
Lo chusco de este hecho fue que un paracaídas por el aire tan fuerte que azota a Apizaco cayó fuera del perímetro de descenso, aterrizando en la punta de un maguey ocasionándose fuertes heridas, el Dr. Antonio Ramírez Salado quien presenciaba el espectáculo aéreo lo traslado a su sanatorio donde se recupero satisfactoriamente.
Posteriormente arribo a nuestra Ciudad una avioneta llamada “El Calcetín Eterno” para ofrecer a la población la experiencia de volar, los niños y jóvenes tenían que ahorrar durante tiempo los $5.00 que cobraba por persona “El Calcetín Eterno” para el paseo aéreo recorriendo el cielo Apizaquense.
¡Una experiencia asombrosa!
Los viajes de “El Calcetín Eterno” terminaron cuando el Ingeniero Moisan, propietario de la avioneta al probar una nueva hélice y elevarse se desplomó abruptamente en las zanjas del desagüe falleciendo el Piloto por traumatismo, concluyendo con este hecho la breve historia de la aviación en Apizaco, tan poco conocida por las nuevas generaciones.
Para eternizar esta parte de la historia fue plasmado en un mural realizado por el Maestro Asael García Juárez en el Museo “Casa de Piedra” de Apizaco.