Un grupo de silenciosas personas caminan a paso lento, por una estrecha senda, con sus miradas perdidas en la profundidad del tiempo y sus corazones sensibilizados por íntimas convicciones de desbordante religiosidad.
Pedro Morales
El tiempo si se puede detener, la grandiosidad de la huella del hombre a su paso por la tierra es palpable y en Tlaxcala existe evidencia del hombre de las cavernas.
Vestigios de la prehistoria permanecen impasibles al paso de los siglos, sin apenas ser perturbados por la mano del hombre, referencias en artículos publicados del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), precisan que para la región de Valsequillo, en el vecino estado de Puebla, los restos culturales encontrados han sido fechados en poco más de veinte mil años.
Hay escasa la información con la que se cuenta, ya que los restos materiales dejados por estos primeros pobladores son muy pocos, puesto que se trataban de grupos o bandas de cazadores o recolectores.
Estos grupos estaban formados por no más de tres familias nucleares, unas 20 personas a lo sumo.
Es precisamente la mano del hombre en bajo relieve la que identifica a los petroglifos, figuras zoomorfas, mensajes, animales, manos, símbolos, caras, rostros con un esbozo de arte que reflejan esos tiempos de la prehistoria.
Pero algo pasó, no se sabe si fue un meteorito caído en Yucatán o si fue designio divino para que acabara la era de hielo, todo cambió, pero en Santa María Las Cuevas del municipio de Atltzayanca Tlaxcala., parece que el tiempo se detuvo.
En ese lugar existe evidencia de arte rupestre en su modalidad de petroglifos, el sitio es espectacular, a escasos dos kilómetros del centro de la población se ubica el sitio conocido como “Las Calaveras”, se trata de una cueva, posible abrigo de nuestros antepasados prehistóricos.
Sobre la cueva se eleva una pared de roca, en ella se encuentran plasmados símbolos de sus deidades, rostros y figuras humanas y manos, muchas manos en negativo talladas en la roca viva.
Un flamingo, rostros, cuenta de los días, de los meses de los años, caras sonrientes, esbozos de observaciones astronómicas, un altar de la prehistoria, muy cerca lo que posiblemente sea la foto más antigua del Continente.
Una pareja, ella con cabeza de estrella, él con cabeza de sol quedaron plasmados en la roca viva para la eternidad, nadie los ha descubierto, esperan tal vez el final de los tiempos, otra cuenta solar.
Espectacular la primera fotografía de la prehistoria, en una gran roca toda una familia posa para el artista, es increíble la forma como nuestros antepasados captaron este momento, quedó para la eternidad.
Con una forma de vida nomádica, después se vuelve a contar con datos arqueológicos que nos plantean una antigüedad de entre 10 mil y nueve mil años antes del presente.
Estas referencias tanto para Puebla como para Tlaxcala y a partir del año siete mil, la región cuenta con una población nomádica o seminomádica mayor, hasta el inicio de la vida sedentaria.
Del arte rupestre en Tlaxcala se tienen localizados nueve sitios, cinco de los cuales se refieren a petroglifos de los que no se dispone mayor información que permita situarlos cronológicamente.
Remontemos el tiempo, para imaginar un breve pasaje del paso del hombre por el paraje de “Las Calaveras”
Un grupo de silenciosas personas caminan a paso lento, por una estrecha senda, con sus miradas perdidas en la profundidad del tiempo y sus corazones sensibilizados por íntimas convicciones de desbordante religiosidad.
Avanzan con destino a la cueva grande esculpida por la naturaleza, sobre su pared y en un paraje espectacular se eleva un alero de roca plagado de hermosos petroglifos rupestres, el sitio es increíble, no hay rocas en el entorno, es un lugar misterioso.
El calendario agrícola, la observación del cielo, de los astros y la cuenta de los días les indica que es el momento de concurrir a ese lugar y actuar de la manera que sus padres y abuelos les enseñaron por medio del ejemplo
Tal vez no sepan el real significado de lo que hacen, pero sus tradiciones y respeto por lo pasado van más allá de toda racionalidad.
La espesura y densidad del sitio dan lugar a la luz que se refleja en las amarillentas y verticales formaciones rocosas que los geólogos denominan formación, los peregrinos prosiguen su marcha sin detenerse por el arenoso cauce de un arroyo seco.
Luego de un tiempo, los escuetos y esporádicos diálogos se esfuman por completo, solo se sienten las aves y el sonido de los pasos por las piedras, por la arena, por la fuerza de la costumbre.
El grupo se detiene en un lugar especial, de sublime e indescriptible belleza, se dirige hacia el gran paredón rocoso, justo arriba de la cueva plasmaron sus mensajes, tallaron sus manos en negativo.
Nadie habla, todo parece fríamente planificado, matemáticamente se van aconteciendo las cosas, durante minutos el único sonido era dibujado por el viento.
El jefe del clan es el primero en acercarse a las rocas y a la pared donde se encuentran los petroglifos y las contempla detenidamente, sus negros ojos rebalsan y un hilo de agua convertida en sudor, surca su curtida cara hasta desaparecer.
Inclina la cabeza hacia el piso, estira sus brazos y deposita la ofrenda que ha preparado su familia, su gente, su pueblo.
Lentamente se levanta mientras todos lo observan en profundo silencio.
La escena la repiten otras personas más jóvenes, es el ritual de la llegada.
Una vez finalizada esta ceremonia, especie de comunión con la tierra y sus raíces, el grupo se en columna por la senda y se aleja lentamente, con la satisfacción de haber cumplido una vez más esta suerte de pacto con las deidades telúricas.
En Tlaxcala, como en el resto del país subsisten en algunos sitios aquella vieja costumbre de concurrir a esos espacios sagrados, lugares de los antiguos, donde hay dibujos de los antepasados que son respetados y cíclicamente venerados.
En forma genérica se puede decir que el arte rupestre es la acción de grabar o pintar utilizando diferentes métodos sobre una superficie rocosa.
Arte Rupestre se encuentra en todo el mundo y la profundidad temporal es realmente increíble, los grabados más antiguos hallados hasta la fecha, son los que se encuentran en el continente australiano y que fueron fechados en cuarenta mil años antes del presente.
Por ejemplo se habla de pictografías, petroglifos, pictoglifos, geoglifos, pinturas, grabados y otros, para referirse a las manifestaciones de arte rupestre sin hacer una distinción en cada caso, o inclusive utilizándolos como sinónimos.
Los Petroglifos, son aquellas figuras o dibujos que fueron grabados sobre la roca aplicando medios mecánicos como la percusión, lograda por golpes directos o indirectos con cincel que producen una diferencia del micro relieve rocoso, los dibujos logrados con esta técnica se suelen decir «picados».
Dentro de los petroglifos tenemos a las esculturas, como el caso de los «menhires» de Tafí (Tucumán); a las cúpules o tacitas son concavidades redondas sobre las rocas, parecidas a morteros de moler, pero generalmente mas pequeñas y a veces sobre superficies inclinadas.
Entre las interpretaciones que se les atribuye a las tacitas, tenemos las de ser lugar para depositar ofrendas, morteros para moler pigmentos, o bien morteros para moler sustancias alucinógenas y que se usaban frecuentemente en ceremonias propiciatorias.
Similares a las tacitas son las depresiones rectangulares y los morteros, también considerados petroglifos. Por último tenemos los llamados polissoirs o rocas de afilar y son surcos producidos por el efecto de afilar instrumentos de piedra.
Muchos investigadores prefieren separar lo utilitario (morteros, polissoirs) de lo artístico, no obstante, en muchos casos se presentan combinaciones fabulosas que es imposible aislar una cosa de la otra; por ejemplo un mortero (aparentemente utilitario) aparece con sus bordes grabados, o bien, en un lugar central que dota de sentido a todo un conjunto de grabados.
Luego de ver técnicamente la variedad y riqueza de las manifestaciones de arte rupestre, surge casi espontáneamente la pregunta del porqué se realizaron tales o cuales figuras y si todas tienen explicación.
En el corazón de la República Mexicana, se encuentra Tlaxcala, a sólo una hora y media del Distrito Federal, a cuarenta minutos de la ciudad de Puebla, a tres horas del Puerto de Veracruz y a una hora y media de la ciudad de Pachuca, Hidalgo.
Para llegar a los petroglifos de Santa María, Las Cuevas hay que tomar la carretera a Veracruz, llegar a la cabecera del municipio de Cuapiaxtla y tomar la desviación hasta el poblado, ahí debe preguntar el viajero por el paraje conocido como “Las calaveras” y se ha llegado al sitio. Vale la pena visitarlo.
¿Lector, lectora sabías que existen petroglifos en Tlaxcala?
¿Qué son admirados por mucha gente en otros países como España o Francia?
Vale la pena visitarlos en Tlaxcala.