Se registra sensible incremento de polen en la atmósfera de la Ciudad de México
México. A 8 de febrero de 2023. Redacción UNAM
• María del Carmen Calderón dijo que entre los más comunes están los que provienen de fresnos, juníperos, encinos y variedad de pinos; no todos causan alergias
• El alergólogo Guillermo Guidos refirió que, en personas susceptibles, esos granos producen polinosis, un padecimiento multifactorial
• En el largo plazo podría variar su presencia por circunstancias atmosféricas o climáticas: Benjamín Martínez López
Aunque en la atmósfera de la Ciudad de México (CDMX) circulan alrededor de 50 tipos de polen, sólo algunos granos son alergénicos, es decir, tienen características en su composición (proteínas) que en personas susceptibles provocan síntomas. La polinosis o enfermedad alérgica afecta -en algunas latitudes- entre 15 y 25 por ciento de la población; en nuestro país, sobre todo en la capital, las cifras coinciden, afirmaron expertos.
En la conferencia de prensa a distancia Contaminación por polen ¿Cómo nos está afectando?, la coordinadora de la Red Mexicana de Aerobiología (REMA), con sede en el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC) de la UNAM, María del Carmen Calderón Ezquerro, expresó: en el presente invierno se incrementó la presencia de pólenes con respecto a enero del año pasado; por ejemplo, en la zona de Chapultepec aumentó casi 100 por ciento, y 40 por ciento en Coyoacán.
Sin embargo, aclaró, esos granos no se concentran en los sitios donde hay más vegetación, como Ciudad Universitaria o Cuajimalpa, porque el viento los lleva de un lugar a otro, y no sólo dentro de la Ciudad de México, sino a las entidades vecinas.
Entre los pólenes más comunes se encuentran los de fresnos, tuyas, juníperos, encinos y distintos tipos de pinos, así como eucaliptos. Pero no todos causan alergias, puntualizó la científica.
El que sí provoca síntomas es el del fresno, que ocupa entre 50 y 55 por ciento de los que se encuentran en el aire; empero, cada año aparecen especies con mayor concentración porque hay árboles bianuales, como los encinos. Estos últimos a partir de mayo comienzan a disminuir, “pero vendrán otros, como los de los pastos”.
También subrayó que los pólenes de árboles como los fresnos, aumentan su concentración en la atmósfera entre el mediodía y las cinco o seis de la tarde; en la mañana y la noche disminuyen un poco, pero eso depende del tipo polínico del que se trate.
Calderón Ezquerro sugirió a los encargados de la reforestación en la capital de la República Mexicana que, entre los factores que toman en cuenta para desarrollar sus tareas, se considere el de alergenicidad. “No se trata de quitar los fresnos o encinos, sino de cambiar unas especies por otras”.
Asimismo, consideró que la concentración de pólenes aún no se incluye dentro de los criterios de calidad del aire. Por ese motivo, se ha establecido comunicación con la Secretaría del Medio Ambiente de la capital, a fin de que ese parámetro se considere en los avisos e índices que proporcionan a la ciudadanía.
La universitaria explicó que la REMA realiza un monitoreo para mostrar los principales tipos polínicos y sus niveles de concentración presentes en el aire durante del año, mediante cinco estaciones ubicadas en la CDMX y su área conurbada, así como una en los estados de Sonora, y Sinaloa. Próximamente se reanudarán actividades en otras estaciones de la CDMX y el Estado de México, las cuales se detuvieron por la emergencia sanitaria. La información puede consultarse en la página de la Red, a través del sitio web del ICAyCC.
Al hacer uso de la palabra, Guillermo Guidos, alergólogo asociado a la REMA, explicó que cuando algunos pólenes viajan y las personas susceptibles los respiran, se presentan afectaciones directas en su calidad de vida; es decir, se produce polinosis, antes llamada “fiebre del heno” o “alergia primaveral”, un padecimiento multifactorial.
Sus principales síntomas son la conjuntivitis, caracterizada por ojos rojos, comezón, lagrimeo e inflamación; o bien, afectaciones en vías respiratorias, mediante comezón en la nariz, estornudos frecuentes, secreción nasal u obstrucción y, en algunas personas, asma (falta de aire, sensación de ahogo o pecho que silba).
Aunque numerosos pacientes tienen la mayor cantidad de síntomas en invierno y primavera, no se debe olvidar que los pólenes están presentes durante el año, aunque sea de diferentes especies. Por eso es fundamental la tarea de la REMA, donde cada día se señala qué sustancias están en el ambiente y cuál es su impacto en la salud.
“Es una herramienta valiosa porque nos explica qué tan variables son las concentraciones polínicas en diferentes áreas geográficas”; asimismo, los diferentes granos alergénicos presentes y permite estudiar la eficacia de los tratamientos. “Como médicos, podemos tenerlo como insumo y dar recomendaciones a los pacientes”.
El especialista mencionó que la mayoría de quienes generan susceptibilidad es durante los periodos de la infancia y la adolescencia; no obstante, las alergias pueden ocurrir en diferentes momentos de la vida, en la adultez, pero son menos frecuentes, apuntó Guidos.
Para las personas sensibles resultan útiles algunas recomendaciones, como mantener cerradas las ventanas durante el día y utilizar medios de protección, por ejemplo cubrebocas de alta eficiencia, ya que los granos se quedan atrapados en las fibras de las mascarillas.
Si ya fue diagnosticado puede utilizar medicamentos, recetados por un especialista de la salud, preferentemente un alergólogo certificado; el tratamiento y las recomendaciones deben ser individualizados, recalcó Guillermo Guidos.
El investigador del Grupo Cambio Climático y Radiación Solar del ICAyCC, Benjamín Martínez López, manifestó que el viento es el medio de transporte para el polen que emiten fuentes puntuales en ciertas regiones del Valle de México. En general, en esta parte del país, la circulación del viento dominante va de las zonas altas a las bajas por la tarde-noche, y aproximadamente al mediodía el aire se mueve de las partes con menor altitud hacia las montañas.
Se requieren modelos numéricos que simulen la parte atmosférica (vientos, temperatura, precipitaciones) y que en sincronía indiquen cómo se mueve el polen que se emite de ciertas fuentes puntuales, porque es información muy importante para la población, abundó.
El experto dijo que cuando hay lluvia se “lava” la atmósfera y eso resulta positivo; en cambio, si no se registran precipitaciones pluviales se pueden presentar repercusiones en el ciclo de desarrollo de los árboles, pastos y plantas.
En el largo plazo podría haber variaciones de la presencia de polen debido a eventos atmosféricos o climáticos, que pueden conjugarse para que disminuya, o se incremente su presencia como ocurrió en el invierno de 2009-2010.
Reconoció que es complicado realizar un pronóstico de las condiciones de sequía en el país para los próximos meses; se requiere contar con un sistema de pronóstico estacional que sea suficientemente certero para ayudar a efectuar predicciones de polen en escalas de tiempo más largas.
Publicación original en: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2023_090.html