El nacimiento del Paricutín: Un volcán que surgió de la nada
El 20 de febrero de 1943, un campesino llamado Dionisio Pulido se encontraba trabajando en su campo de maíz cerca del pueblo de Paricutín, en el estado de Michoacán, México. De repente, la tierra comenzó a temblar y a emitir un fuerte ruido. Del suelo brotó una columna de humo y ceniza, y en cuestión de horas, un pequeño volcán había nacido.
El Paricutín creció rápidamente, y en tan solo una semana alcanzó una altura de 50 metros. Durante los siguientes nueve años, el volcán continuó en erupción, cubriendo de lava y ceniza un área de más de 25 kilómetros cuadrados. El pueblo de Paricutín quedó sepultado bajo la lava, y sus habitantes tuvieron que abandonar sus hogares.
El Paricutín se convirtió en un fenómeno natural único en el mundo. Los científicos lo estudiaron de cerca, y su nacimiento y crecimiento fueron documentados en detalle. El volcán se convirtió en un símbolo de la fuerza de la naturaleza y en un atractivo turístico para miles de personas.
El Paricutín dejó de erupcionar en 1952, y desde entonces se encuentra inactivo. El volcán ha cambiado el paisaje de la región, y su lava ha creado un nuevo ecosistema. El Paricutín es un recordatorio de que la Tierra está en constante cambio, y que la naturaleza siempre nos sorprende con su poder.
Crónica del nacimiento del Paricutín:
20 de febrero de 1943: El reloj marcaba las 4:30 pm cuando Dionisio Pulido y su esposa Paula Rangel se disponían a cultivar sus tierras de maizales. De pronto, la tierra se abrió ante sus ojos, como si un gigante invisible hubiera rasgado el suelo. Un estruendo sacudió el aire, y una грибница de humo y ceniza se elevó hacia el cielo, oscureciendo el sol.
21 de febrero de 1943: El volcán, como un niño recién nacido, crecía sin cesar. En apenas 24 horas, había alcanzado la altura de un edificio de ocho pisos. La lava, incandescente y furiosa, comenzó a fluir, lamiendo la tierra y tragándose todo a su paso.
22 de febrero de 1943: El volcán seguía creciendo, imparable. Su altura ya superaba los 25 metros, y la lava amenazaba con engullir el pueblo de Paricutín. Los habitantes, aterrados, abandonaron sus hogares, dejando atrás sus pertenencias y recuerdos.
23 de febrero de 1943: El pueblo de Paricutín, una vez vibrante y lleno de vida, se convirtió en un espectro de sí mismo. La lava lo cubrió por completo, sepultando casas, iglesias y plazas bajo un manto de roca incandescente.
4 de marzo de 1943: El volcán, como un coloso de fuego, se elevaba majestuoso hacia el cielo. Su altura ya alcanzaba los 100 metros, y su poderío era evidente. La tierra temblaba a su alrededor, y el aire se llenaba del rugido constante de la erupción.
10 de mayo de 1944: El pueblo de San Juan Parangaricutiro, vecino de Paricutín, también fue evacuado. La lava, implacable, avanzaba hacia él, amenazando con borrarlo del mapa.
1952: Después de nueve años de erupción continua, el volcán Paricutín finalmente se calmó. Su cráter, humeante y silencioso, se convirtió en un monumento a la fuerza de la naturaleza y a la capacidad del ser humano para adaptarse y sobrevivir.
Foto: DGCS UNAM
Imagen publicada originalmente en: https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2018_112.html