Vivir de la pepena en Apizaco

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S.O.S. También somos tlaxcaltecas

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«Malditos aquellos que con sus palabras defienden al pueblo, y con sus hechos lo traicionan».

Benito Juárez.

Pedro Morales, Apizaco

Todos los días, poco después de las seis de la mañana, los tres integrantes de la familia Huerta Sandoval se levantan muy temprano para tomar café con pan, tener fuerzas y aguantar la jornada del día por las calles de Apizaco.

Acondicionan su camioncito rojo, le colocan plásticos para evitar que se riegue la basura, trabajan condicionados en algunas calles de Apizaco, concretamente en la colonia de El Carmen.

Sin embargo en Yauhquemehcan los dejan trabajar libremente, ahora con el problema de la basura en Apizaco, hay que comenzar más temprano, la lluvia por las tardes impide trabajar, explican.

Tortillas recalentadas, huevo con frijoles y chiles verdes son el alimento, si tienen suerte a la hora de la comida que se prolonga allá por las cinco o seis de la tarde, su dieta casi siempre es de arroz con frijoles, de vez en cuando carne.

Ellos van por las calles golpeando un viejo rin de auto, que suena muy similar a la campana de los camiones recolectores de basura, los tres integrantes de la familia ya son expertos para colocar los desechos a reciclar.

Reciben de todo, algunas amas de casa, comerciantes y jefes de familia les obsequian algunas monedas, sobre todo ahora que el servicio de limpia que brinda el ayuntamiento es bastante irregular.

Justo frente a la maquinita 212, es el límite para su trabajo, más allá no pueden pasar o se las verán con la autoridad.

Pablo Huerta y Claudia Sandoval comentan que si alguien quiere, puede constatar que la colonia de El Carmen luce sin basura en las calles.

“La gente ha dejado mucha basura, sobre todo en las esquinas eso de alguna manera nos favorece”, pero es mucho el trabajo, hay que seleccionar lo que sirve y lo que debe ser tirado.

Cartón, plástico, envases de pet, vidrio, metal y todo lo reciclable es separado meticulosamente, la venta es por kilo, mientras que poca gente les dan cinco o diez pesos por el servicio que prestan.

Esta familia se gana la vida honestamente, no quieren entrar en conflicto con nadie, el jefe de familia comenta que con lo que ganan ahí la van pasando, les ayuda su hijo, un adolescente que es su brazo derecho.

Comentan que en el caso de la separación de la basura los afecta, primero porque bajan sus volúmenes de lo que se puede reciclar y la otra es que la gente no tiene la cultura de la separación de la basura.

El aumento de la generación de basura y el gasto que significa para la administración de Orlando Santacruz Carreño, supone varios grandes desafíos.

Uno de ellos es afrontar el aumento de los costos, pues, a mayor cantidad de basura, mayor será el gasto municipal en personal e infraestructura para recolectarla, transportarla y dejarla en los tiraderos autorizados.

Los camiones del ayuntamiento realizan sus recorridos y tal vez lo que hace falta es una mayor comunicación, para conocer las rutas y los horarios.

En tanto, mucha gente se gana la vida en la pepena, los centros de acopio particulares se multiplican, son fuentes de trabajo para mucha gente que colecta lo que otros tiran.

Pero al mismo tiempo que se orienta a los ciudadanos, para que respeten los horarios y estén atentos a los recorridos, surge la pregunta de que si en un momento dado al ayuntamiento se le dificulta esta labor, que dé más facilidades.

Esto es, en principio no paga sueldos, ni gasolina, porque se puede organizar a la gente para que realice los recorridos, la muestra la ha puesto esta familia que se gana el sustento honradamente.

Al mismo tiempo el ayuntamiento se ahorraría mucho dinero, si es que llegara a contratar a otra empresa particular, sobre todo si se toma en cuenta que al final la basura es dinero.

Ojalá y que en el futuro cercano se analice con calma esta situación, los ciudadanos de Apizaco no quieren ver sus calles llenas de basura.

Mucho menos es falta de civilidad, lo que ocurre es que la basura se junta y eso nadie lo aguanta.

Con su camioncito lleno, esta familia apenas si cumplió con la mitad de su labor, es decir recorrer las calles para recolectar la basura, ahora hay que seleccionarla y las jornadas son agotadoras.

“No nos quejamos”, dicen los integrantes de esta familia de recolectores de materiales reciclables, agradecemos la ayuda que se nos brinda.

“La facilidad que dan las autoridades para trabajar, y hay que dar gracias a Dios que tenemos un trabajo y que somos independientes”, concluyeron.

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