- Fernández
5/04/2018/TLAXCALA
Las campañas ya han iniciado y algunos actores se han colgado de cualquier cosa que se atraviese para intentar posicionarse y generar empatía en el electorado, sin embargo, hay unos que en mi opinión caen en la ridiculez total.
Específicamente me enfocaré en Blanca Águila Lima, candidata a diputada federal por el distrito federal electoral 2.
La sempiterna lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud, recién fue al tradicional “mole prieto de pascuas” en Chiautempan y hasta foto se tomó. Y sí, se trata de un evento que, de inicio tiene un corte religioso, pero ella no estaba ahí para celebrar la pascua, fue a pasearse para indicar que su fallida campaña de comunicación política ya había dado inicio.
Siendo honesto, la estrategia de “darse baños de pueblo” le hubiera funcionado si no supiéramos de quién se trata. La fotografía es malísima, carece de sentido y estética; y no hablemos de su fallida gestión de redes sociales donde tiene 4 fanpages en Facebook con su nombre, en donde la comunidad más grande apenas y es de poco más de 200 seguidores.
Con poco contenido audiovisual propio, se cuelga de la campaña de Meade para obtener apenas unos cuantos likes que seguramente son de los agremiados del sindicato que ha sacado de algunos hospitales para ir a la campaña y a los que ha comisionado para conseguir por sección electoral al menos 10 electores, en evidente detrimento de la protección de datos personales.
El engagement en su fanpage es relativamente nulo, y con justa razón, si nos damos una vuelta por su página vemos los poquísimos likes y me encanta, algunos comentarios de sus agremiados echándole porras al aire, y comentarios donde se hace la observación de que como es campaña ya no viste pashminas de $2,000 y mucho menos las prendas Pineda Covalin que en catálogo tienen un valor de cerca de $7,000.
Ella ya ha reconocido que el distrito no es fácil, menos para ella y su partido, obviamente es por lo que representan, tenemos a un partido debilitado a raíz de su mal ejercicio en el Poder y los fallidos intentos por mantenerlo; y por supuesto, tenemos a una candidata que representa una parte de lo más rancio del sistema político mexicano: el corporativismo puesto en marcha.
En este escenario se podría suponer que tiene todo para ganar: su partido está en el Gobierno Federal y Estatal, el sindicato está supeditado a las decisiones de campaña, seguramente el intercambio de favores igual está presente.
Empero, hay algo que no tiene ni tendrá: un electorado dispuesto a jugársela con ella y su partido.
La campaña tanto en tierra como en redes de Blanca ha iniciado no con el pie izquierdo, me atrevería a decir que comenzó sin pies, sin brazos y sobretodo, sin cabeza. De ahí el título de esta columna: una Blanca más bien gris.