Apizaco un oasis en la ruta de la muerte para los migrantes

Apizaco un oasis en la ruta de la muerte para los migrantes

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Pedro Morales

El albergue “La Sagrada Familia”, ubicado en la ciudad de Apizaco, en Tlaxcala, se ha convertido en refugio seguro para miles de ciudadanos centroamericanos que viajan a lomos del tren llamado “La Bestia” y que en este lugar encuentran alimento y un ligar donde pasar la noche.

Repuestos de un tormentoso y peligroso recorrido, tres migrantes opinan sobre el apoyo físico y espiritual que brinda desde hace cinco años el albergue de “La sagrada Familia” en Apizaco.

José André Santos Suazo, originario  de Cuba, salió de la Habana para buscar el sueño americano a bordo de una balsa, pero en medio del océano se quedaron sin motor y a la deriva, dos meses después vislumbraron tierra y a nado llegaron a las playas de Quintana Roo.

Junto con un pequeño grupo llegaron poco a poco hasta Apizaco, viajando por el tren en el lomo del tren “La Bestia” y por el camino supieron que hay un albergue que se llama “La Sagrada Familia”.

Dice que llegó al inicio de la celebración del quinto aniversario de la fundación de este lugar, dónde nos dieron y nos han dado mucha atención, nos han tratado muy bien.

Nos han dado comida caliente, es un lugar donde podemos descansar en su lugar dónde está uno muy tranquilo muy en paz, la gente nos ve muy bien, nos dieron una muda de ropa, tres comidas al día.

Y la verdad es mucho más de lo que nos esperamos en nuestro recorrido rumbo a los Estados Unidos.

Confiesa que en su caso en particular, ya no quiero llegar a los Estados Unidos, hay muchos problemas, no tengo dinero y me gustaría quedarme a trabajar en México.

Para mandar dinero a mi familia, porque para llegar hasta allá es muy difícil y no podemos regresar ahorita a Cuba porque pues tampoco tenemos dinero.

Entonces estamos en un alto en el camino y ver qué es lo que podemos hacer, pero definitivamente ya no vamos a ir a los Estados Unidos, porqué es eso es ya un sueño inalcanzable.

Ya no es el sueño americano, porque es un sueño inalcanzable porque se requiere mucho dinero y hay muchos peligros en el camino los policías nos los delincuentes nos acechan.

Yo nunca había viajado en tren tanta distancia y la verdad es que sufrimos mucho, más los cubanos fuimos mucho más, porque pues no tenemos esta experiencia, estamos aprendiendo.

El clima es muy frío,  no podemos hacer nada contra eso, entonces llegamos muy mal, muy cansados desesperados, sin ganas de nada pero aquí recobramos nuestras fuerzas y los ánimos para seguir adelante.

Tenemos miedo, mucho miedo la verdad es que a cada kilómetro, cada paso, en cada curva del tren tenemos miedo de que salga alguien o algo que nos haga daño.

Rubén Peña,  de Honduras dice que “nos enteramos de aquí fueron agredidos a balazos otros migrantes que venían adelante en el tren, eso pues tiene muy preocupados a todos, además de la amenaza de la migra, pero lo peor es el frío, de aquí en Apizaco, hay mucho, mucho frío”.

Realmente no había sentido nunca en mi vida tanto frío, con estos vientos que aquí coinciden y se cruzan, sin embargo soy afortunado por haber legado hasta este lugar.

Mi nombre completo de Rubén Peña, yo vengo de Honduras y pues de ahí salimos, al igual que todos mis compañeros, nos juntamos en la frontera sur, pasando Guatemala para llegar a Chiapas y así hasta llegar a Tlaxcala.

Antes pasamos por Veracruz, Tierra Caliente pero de pronto empieza el frío, empiezan los pueblos más cercanos, la gente nos mira con curiosidad,  lamentablemente hay hombres que nos agarran a pedradas.

Pero la gente de Apizaco es maravillosa, estamos muy agradecidos porque hemos recibido ayuda, en otros lugares nos ven como delincuentes, pedimos un vaso de agua y nos tira la puerta en la cara.

En Apizaco nos dan ropa, nos han dado un techo para dormir y para poder continuar nuestro viaje, en mi caso concreto yo quiero pasar a los Estados Unidos, porque ya llevo un mes más y me faltan tres días para cumplir un mes de haber salido de mi país.

Allá en Honduras no hay trabajo, no hay comida, no hay de dónde sacar dinero y la verdad es muy duro, por eso nos venimos para acá,  yo hasta ayer pude tener comunicación con mi familia.

Realmente nos damos cuenta que la gente de acá es muy buena la gente es muy diferente, lamentablemente nos encontramos con que también aquí en Apizaco Tlaxcala, hay unas barreras muy peligrosas.

Son durmientes de concreto, no hay espacio para pasar entre el tren y el cuerpo, no se puede correr porque la verdad la grava es muy floja, muy suelta entonces sufrimos caídas al subir o bajar de los trenes.

Sobre todo con esas barreras, que son mortales, por eso queremos que sepa que nosotros somos como cualquier persona normal, somos migrantes pero somos como cualquier persona.

Que piensa, que siente que tiene sueños, que tiene recuerdos, qué tiene ilusiones, que se siente, que le duele, que sufre el frío y que sufre el desprecio, más por la noche.

Nosotros cada hora recordamos a nuestra familia que dejamos, a nuestros padres y hermanos, a nuestras mujeres, a los amigos, venimos cansados y el motor que nos mueve es nuestra meta en los Estado Unidos.

Pero aquí llegamos sin zapatos,  todos despedazados, porque a veces tenemos que caminar en medio de persecuciones, a cada momento hay mucha detención de la policía.

Nos tratan como delincuentes, por todos lados somos perseguidos y eso es muy triste, muy triste porque no somos delincuentes, queremos buscar una vida mejor.

José Armando Vélez, de Guatemala se muestra renuente para hablar, dice que es porque tiene miedo y que realmente es muy peligroso el viaje, el recorrido en el lomo de La Bestia, algunos se han caído otros han quedado sin brazos o sin piernas.

Mi nombre es José Armando Vélez, yo vengo de Guatemala, allá también la situación muy difícil, hay mucho hondureño que viene, comentan que venía un cubano.

Todos hemos sufrido mucho, ya yo llevo un mes de camino y la verdad sido muy duro, muy duro porque aparte del frío la delincuencia asecha, los problemas con la policía.

Pero no hay retorno, vengo dispuesto a agarrar el sueño de ir a los Estados Unidos, pero es muy difícil lo golpean a uno, lo maltratan los mareros te exigen hasta cien dólares.

Esa es la renta por viajar en el tren, ellos cobran y no perdonan a nadie y si no pagas te bajan, con el tren caminando y entonces si me baja hay que caminar y caminar mucho, para rodear te llevaste un día hasta  donde ya no estén los maras, para poder nosotros seguir nuestro camino,

Al caminar días enteros y tropiezas en el camino con gente que balea, con gente que asalta, con gente que mata con gente que amenaza y muchos muchos policías que caen en eso también.

Por eso llegar aquí Apizaco, Tlaxcala que es una gran bendición, las heladas nos tocaron muy tremendas muy feas, entonces no podemos movernos en el tren, no podemos subir no podemos bajar.

Pero gracias a Dios aquí no están dando de comer, nos atiende, nos dan cariño, nos dan calor humano, nos dan ropa, comida y los encargados son estrictos pero son muy buena gente me tratan muy bien.

Claro que hay que cubrir algunas reglas, no meter armas, drogas, alcohol y comportarse, dormir temprano y hemos estado escuchando los foros. Yo mismo le entregué mi mochila al Obispo.

Sabemos qué es un gran jerarca de la iglesia y eso fue muy bonito, la experiencia que nos deja es muy bonita.

Yo tengo tierra para trabajar allá en mi Guatemala, pagan muy poco y los trabajos son por ratos, muy poco 150 liras cuando mucho, entonces allá dejó y a mi padre pues él no estuvo con nosotros.

Mi padre nunca nos puedo dar una casa, porque siempre fue campesino, mi madre que vive en una casa de alquiler, yo dejo también a mi esposa y a mis tres niños.

Tres hijos y quiero mucho, son el motor que mueve , ayudarlos a una vida mejor pues eso es lo que me mueve, lo que me anima a seguir adelante y luchar contra viento y marea.

Contra el viento, contra la lluvia, contra todo, contra la delincuencia y contra las piedras,  el cansancio no nos importa, no nos interesa nosotros queremos llegar queremos llegar como sea.

Como sea,  no tengo dinero para autobús, yo no traigo dinero vengo con Los compas y andamos tironeando, charoliando, pidiendo dinero comida y dinero lo que nos pueden dar.

Con lo que nos pueden ayudar, ya mucha gente no nos ayuda, yo tengo un amigo halla en la frontera, allá en el norte que me va ayudar a brincar, que me va a dar la mano para brincar la frontera.

Me va a cobrar entre dos mil quinientos o tres mil dólares, ya me está esperando, entonces yo por eso ya me quiero ir, estoy juntando acá ese dinero, para poder pasar.

Otra opción es la de pasar como mochilero, estás cargando droga pero eso es muy peligroso, porque si no te matan los narcotraficantes, te mata la Border Patrol, hay miedo a los alacranes, a las víboras de cascabel a la oscuridad.

Sabemos que en Apizaco vamos a la mitad del camino, agradecemos que tengan este lugar de descanso, que es atención que es prácticamente un oasis en esta ruta de la muerte, pero eso no importa  de aquí subimos seguro a La Bestia, de aquí nos vamos en busca de ese anhelado, nuestro sueño americano.

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