Pedro Morales
Al rendir protesta como gobernador del Estado de Tlaxcala, Marco Antonio Mena Rodríguez se comprometió a construir un gobierno que pase de la gobernabilidad típica a una “gobernanza moderna”.
A un año de distancia, en Tlaxcala nada ha cambiado, al contrario el aumento que ordenó el gobierno de Marco Mena a través de la Secte en el costo del pasaje a siete pesos, es una muestra de que el viejo PRI sigue gobernando en Tlaxcala.
Simplemente al ciudadano, al usuario, al obrero, al campesino, a la madre de familia nunca se le tomó en cuenta; la ley de movilidad es letra muerta y si hay beneficios nunca están al alcance del pueblo.
Mucho menos se realizaron foros para mejorar el servicio, las rutas, las unidades, el comportamiento de los choferes, los malos modos, la discriminación en los descuentos a estudiantes y ancianos no fueron tomados en cuenta por este gobierno.
En un año los ingresos se han pulverizado, aumentos en las gasolinas, la energía eléctrica, el gas, en la carne, las verduras, la fruta, el huevo, el calzado, el aceite, la ropa, las rentas y aumentos generalizados hacen desaparecer a los programas sociales, si es que existen para quienes no militan en un partido en Tlaxcala.
Y ahora los pasajes.
Esa es la nueva gobernanza que hay que soportar por tres años más, mientras otra vez desde el primer minuto de enero llegarán las hordas de políticos y políticas a prometer lo que nunca cumplen.
Cada vez más los electores se convencen de que la clase política en el poder debe desaparecer, ser relevada aunque sea por los independientes, que es la misma gata revolcada.
Un agudo observador de lo que pasa en Tlaxcala, es el exprista, experredista, exmorenista y exgobernador Alfonso Sánchez Anaya, quien hace notar que hay que ir por partes.
Nadie puede negar que el candidato a gobernador durante la realización de su campaña constata las carencias de los 60 municipios con sus colonias, pueblos y comunidades.
Luego al ganar la elección, tuvo medio año para realizar sus planes y proyectos, con tal de arrancar de inmediato con las acciones programadas desde el primer minuto de su mandato.
Pero no hubo nada.
Luego vino el tiempo de los foros, que son un invento de Mariano González para justificar la imposición de obras y acciones a una sociedad indefensa a la que luego culpan, si algo no funciona.
Se agrega más tiempo a la faraónica presentación del Plan Estatal de Desarrollo que es una guía de lo que supuestamente debe normar la vida política y administrativa de los tlaxcaltecas.
Lo malo fue que trajeron puros especialistas y expertos de fuera, que ni siquiera conocían la ubicación exacta de Tlaxcala en la geografía nacional, lo urgente era sacar el PED a costa de lo que fuera.
Y así entre una gira a China cuyo costo para los tlaxcaltecas sigue siendo un misterio quedó chica ante la visita a Italia, el pretexto fue asistir al Vaticano a invitación expresa.
Es la hora que a ciencia cierta no se sabe cuántas gentes de Tlaxcala viajaron en comitiva, el costo de los vuelos de avión, hospedaje y comidas deben de estar detallados en el primer informe de labores.
Pero ese documento es secreto de estado, si no que digan los paleros diputados locales que aprobaron la cuenta pública sin chistar y mucho menos cuestionar el costo de estos gastos suntuarios, que si los saben, se los guardan.
Y así entre foros, viajes y maletas vino el temblor del 19 de septiembre, el daño fue en más de un millar de escuelas, curiosamente en esas donde durante seis años se invirtieron millones y millones en la gestión de Mariano González.
Se supone que al estar rehabilitadas y corregidas las fallas, esta infraestructura debiera de haber resistido con creces los temblores, pero es significativo que hayan resultado afectadas.
No será por la pésima calidad de los materiales que se utilizaron para inflar costos, tal y como ocurre en los municipios con el programa de bacheo o la rehabilitación de calles y carreteras estatales donde se han aplicado millonadas de manera inútil.
Esos diez mega proyectos soltados de uno en uno, en el que debiera de haber sido un informe de logros, nos disfrazó el panorama al más puro estilo de la nueva gobernanza, donde todo lo feo es bonito y donde todo marcha sobre ruedas.
Otro exgobernador, Héctor Ortiz, consideró que esos 180 millones de pesos para la ampliación y modernización del estadio Tlahuicole, simplemente no se justifican, al ignorarse el número de empleos que va a generar.
Acertadamente sugiere que en lugar de crear otro elefante blanco, mejor se aplique ese dinero en rescatar la Plaza del Bicentenario, en poner en marcha la central de abastos.
Considera que es mejor derramar ese dinero en los pueblos y comunidades para mejorar, ampliar o construir más espacios deportivos que tanta falta hacen para alejar a la juventud de las drogas y el alcohol.
Son muchas las dudas que deja la tan traída y llevada gobernanza de la actual administración, lo cierto es que este golpe bajo a la economía de las familias se vino a dar en un mal momento.
Por principio de cuentas hay funcionarios que son como las semillas de jitomate, no sirven para nada, pero ya vienen adentro o fueron impuestos a pura ocurrencia del jefazo en turno.
Quienes conocen la trayectoria de Noé Rodríguez Roldán, el titular de la Secte quien, fue el que ordenó el aumento del pasaje por instrucción de su gobernador, no puede tapar el sol con un dedo.
Fue un gris alcalde de Calpulalpan, un diputado local que se hizo famoso por sus escándalos etílicos, ni se diga esa elección que perdió por vestirse como “padrecito” en su campaña al tomarse la foto con “Chabelita”.
Pero no vemos por ningún lado sus credenciales como experto o estudioso en el tema del transporte, lo que hace sospechar que solo está al frente de su oficina -como muchos-, para firmar papeles y como en este caso… PARA FREGAR A LOS TLAXCALTECAS.