TLAXCALA/ 26 /03/2020
Por Pedro Morales
Dentro de las zonas arqueológicas más importantes pero menos conocidas del Altiplano central está la de Cantona, a la que se llega por la carretera federal 129 que pasa por Libres.
De ahí hay que llegar a Tepeyahualco para tomar el camino a Cantona, ubicada a unos 115 kilómetros de la capital del estado de Tlaxcala.
Entre las primeras impresiones registradas sobre el sitio, encontramos las publicadas en 1790 en las “Gacetas de Alzate” (Gaceta Literaria de México), donde se hace referencia al nombre de Cantona.
Es hasta 1855 cuando Henri Louis Fréderic de Saussure (1829-1905 Ginebra) viajero explorador que en 1854 visita la zona y deja asentado que:
“Los indios de los alrededores le llaman la Ciudad de o del Cantón”.
Por consiguiente aun cuando existen otras versiones sobre los orígenes del nombre, no existe ningún documento, ni referencia científica alguna que lo justifique, por lo que es preferible, nombrarlo como se le designó desde 1790: Cantona.
Cantona a diecisiete años de haber sido abierta al público, apenas inicia su proceso de crecimiento una vez que ha logrado consolidar la infraestructura necesaria para su despegue.
Como vías carreteras, energía eléctrica, suministro de agua, mayor seguridad y calidad en el servicio, entre otros.
Durante este 2012 cerraremos el circulo de información y conocimiento sobre esta ciudad prehispánica a través de la conclusión y apertura del Museo de Sitio en Cantona.
Bajo esta perspectiva podemos decir que Cantona seguirá siendo factor primordial en el desarrollo socioeconómico, no sólo de la región sino del estado de Puebla.
Cantona es ejemplo único de una gran ciudad con características “sui géneris”, presente en el Altiplano Central.
Esta espectacular zona arqueológica saltó al primer plano de la arqueología mexicana tras una restauración que se llevó a cabo a mediados de los noventa y que duró 18 meses.
Se cree que éste fue el centro urbano más grande de los descubiertos en Mesoamérica, pues cubre un área de 121 kilómetros cuadrados en una esquina remota y árida del noreste poblano.
Los primeros pobladores llegaron en el período Clásico Tardío (600-1000 d.C.), y el asentamiento alcanzó su esplendor hacia el final de ese mismo periodo para desaparecer en los albores del Postclásico, en el siglo XIII.
Muestra una clara división de tres unidades urbanas, lo que hace suponer que fue una de las ciudades más desarrolladas del México prehispánico y la de mayor influencia sobre la sierra central.
Los vestigios arqueológicos muestran un sofisticado diseño urbano que incluye una extensa red carretera, más de tres mil patios, residencias, 24 juegos de pelota y una elaborada acrópolis con edificios ceremoniales y templos.
Los edificios fueron construidos con rocas ensambladas y superpuestas sin estuco o cemento de por medio.
Dicha fortificación incluye un foso y varios puestos de vigía, dado que la época coincide con un período de convulsión tras la caída de Teotihuacán en el siglo VIII.
La zona arqueológica de Cantona está a 96 kilómetros al noreste de la capital del estado entre los pueblos de Tepeyahualco y Coyoaco.
Para llegar se debe tomar la carretera 150 hasta la caseta de cobro de Amozoc y luego desviarse hacia Teziutlán por la carretera 129.
Abre diariamente de 10 de la mañana a las 6 de la tarde.