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Inauguran en Viena un viaje al corazón del último gran imperio mesoamericano: Aztecas

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Viena, Austria.- La magna exposición Aztecas invita a realizar un viaje en espiral, siguiendo la peregrinación de un pueblo que sería el último gran imperio de Mesoamérica, supremacía que terminó hace 500 años con la caída de México-Tenochtitlan. Esta tarde, la muestra —integrada por más de 200 obras de esta antigua civilización­—, fue inaugurada en el Museo Etnográfico (Weltmuseum) de esta ciudad, donde permanecerá durante seis meses.

La directora general de la Asociación de Museos KHM (Kunsthistorisches Museum), Sabine Haag, y el titular del Museo Etnográfico de Viena, Christian Schicklgruber, dieron la bienvenida a esta segunda parada de Aztecas en su periplo europeo. Acto seguido, el ministro Federal de Asuntos Europeos e Internacionales de la República de Austria, Alexander Schallenberg, y el embajador de México en Austria, Luis Javier Campuzano Piña, ofrecieron un breve discurso en el que refrendaron los lazos de amistad y cooperación entre ambas naciones.

El diplomático mexicano manifestó que con esta primera exposición se espera inaugurar “una nueva etapa de colaboración que permita el mayor intercambio de piezas arqueológicas y de obras de arte que están actualmente bajo la custodia de nuestros museos”, la cual calificó como “una prueba de la fortaleza del espíritu humano que sabe sobreponerse ante la adversidad”.

Hizo hincapié en que la antigua civilización azteca aún guarda enigmas, entre ellos, su origen y el cómo lograron transformarse, en tan poco tiempo, de un pueblo errante en uno con avanzados conocimientos en arquitectura, matemáticas, astronomía y otras ciencias.

Sobre México-Tenochtitlan, la ciudad que fundarían en 1325 en el ombligo de un lago, el embajador Luis Javier Campuzano Piña abundó que los historiadores han estimado que su población pudo alcanzar los 230 mil habitantes, “lo que podría haber superado a Constantinopla y a París que, en ese entonces, tenía 185 mil”.

Aztecas mantiene la propuesta de su presentación anterior en el Museo Linden, en Sttutgart, Alemania. Asimismo, cuenta con un importante préstamo de obra por parte de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Al respecto, la secretaria de Cultura del Gobierno de México, Alejandra Frausto Guerrero, dijo que: “La exposición Aztecas, que sigue su recorrido por Europa, es muestra de la nueva política de cooperación y promoción cultural de México en el exterior, es una muestra de la solidaridad entre los países, colaboración que toma especial relevancia ante la contingencia sanitaria a nivel mundial. A su vez, los asistentes podrán conocer sobre una de las civilizaciones más importantes de Mesoamérica, su mito, historia y caída”.

En entrevista, el coordinador nacional de Museos y Exposiciones (CNMyE) del INAH, Juan Manuel Garibay Barrera, destacó que los arqueólogos Eduardo Matos Moctezuma, Leonardo López Luján y Raúl Barrera Rodríguez, quienes en las últimas cuatro décadas se han dado a la tarea de “resucitar” los vestigios del antiguo Recinto Sagrado de México-Tenochtitlan, fungieron como asesores científicos de la magna exhibición.

“Este proyecto museográfico presenta piezas de carácter selecto e ilustrativo —algunas inéditas para el público europeo— dentro de su contexto, ayudando así a comprender su significado y su función cultural originales. La selección se presenta en un discurso que va del ambiente de la Cuenca de México, a donde llegaron los aztecas tras años de peregrinación desde un lugar llamado Aztlán, y poco a poco se va ciñendo hasta adentrarse en su centro ceremonial.

“Tenemos más de 25 obras provenientes de los acervos del Museo Nacional de Antropología y casi 100 pertenecientes a las colecciones del Museo del Templo Mayor que, aunadas a las que resguardan los recintos europeos, integran una narrativa alrededor de la cosmogonía y la vida cotidiana de esta civilización, la cual tenía como dioses tutelares a Tláloc y Huitzilopochtli, representados en la pirámide doble del Templo Mayor”, expresó el funcionario mexicano.

Haciendo referencia a lo que ha expresado la curadora de la exposición, Doris Kurella, Garibay Barrera apuntó que la exposición no soslaya aspectos polémicos —desde la visión actual­— como el sacrificio humano entre los aztecas y lo inserta en su concepción cíclica de la vida, donde la muerte entrañaba el renacimiento. A su vez, descubrimientos arqueológicos recientes como el del Huey Tzompantli o Muro de Cráneos, permiten aterrizar los testimonios (a veces inexactos) que asentaron los cronistas españoles.

“Aztecas desmitifica y quita un velo sobre la identidad guerrera y la actividad sacrificial de esta cultura, la cual a través de los ritos nutría al cosmos. Esta idea que tenían del universo, compuesto de rumbos y planos, donde además residían una serie de divinidades —muchas de ellas de carácter dual—, era sumamente profundo. Esta muestra es un atisbo a esa complejidad que, incluso, los aztecas dejaban patente en sus cajas de ofrenda, superponiendo elementos variopintos: animales acuáticos y terrestres, minerales y materia orgánica”, puntualizó.

De esta manera, la exhibición empieza por introducir al público en las fuentes arqueológicas y documentales, para luego tratar los mitos de creación y el calendario ritual mediante apoyos tecnológicos, como una proyección especial sobre una copia en 3D de la Piedra del Sol.

La tercera y cuarta sección versan sobre los fundamentos económicos del imperio azteca, al igual que a la sociedad, así como al sistema de guerra, de conquista y de tributo. Mientras, el quinto apartado presenta la capital del imperio: México-Tenochtitlan, tanto su arquitectura, como piezas usadas por la élite en el ámbito palaciego.

Por último, Aztecas introduce al visitante en el Recinto Sagrado, compuesto por una serie de edificios dedicados a sus deidades. Dicha sala representa el punto culminante de la muestra, con excelentes piezas relacionadas a las ofrendas, al sacrificio y a la temática de vida y muerte, la mayoría procedentes de excavaciones efectuadas por el Proyecto Templo Mayor y el Programa de Arqueología Urbana, ambas iniciativas del INAH.

Destacan máscaras-cráneo, esculturas en barro de gran formato como la que representa al dios de la muerte, Mictlantecuhtli; finas láminas de oro que simbolizan a la divinidad lunar, Coyolxauhqui; caracoles cortados y esgrafiados, cuchillos bifaciales de gran tamaño, copas policromadas, una escultura de atado de años y un cofre de piedra para ofrenda (tepetlacalli), entre otros inestimables objetos.

La exposición, cuya estancia en Europa concluirá en el Museo Volkenkunde, en Leiden, Holanda, a finales de 2021, cierra con un audiovisual que muestra diferentes aspectos de la herencia actual de la civilización mexica. Asimismo, se acompañada de un catálogo en coedición con el INAH, integrado por artículos de expertos mexicanos y extranjeros, que aportan a un mejor entendimiento de esta cultura e integran nuevos hallazgos de la arqueología.

 

 

 

 

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