El Cristo de Cortés de Tlaxcala; una imagen pasta de maíz del...

El Cristo de Cortés de Tlaxcala; una imagen pasta de maíz del siglo XVI en el ex convento de San Francisco

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15/12/2019/TLAXCALA

El Cristo de Cortés es una hermosa imagen realizada con la técnica novohispana conocida como imaginería en caña de maíz, se trata de una escultura única en su tradición histórica en el estado de Tlaxcala y posiblemente del país.

La restauradora Elsa Dubois López del centro regional del Instituto Nacional de Antropología e Historia de Tlaxcala (INAH), precisa que la imagen permanece como imagen viva al culto religioso en la capilla que lleva su nombre.

Se le llama La capilla del Señor de la Misericordia y se localiza en el templo sagrario de la Catedral de la Asunción, del ex convento de San Francisco en la capital del estado.

La importancia del Cristo de Cortés, como patrimonio cultural, llevó a concebir el criterio teórico de intervención y un estudio histórico – artístico.

Se trata de una gran pieza escultórica, modelada en una serie de materiales que en conjunto dan a la pieza una gran ligereza.

El material que fue básico en su manufactura, es la médula de caña de maíz descortezada y seca, estructurada al interior con pliegues de papel encolado y ensambles de madera de colorín.

Al exterior, la caña fue cubierta por la policromía que se aplicó sobre entelados con base de preparación conocida como “yeso-cola”, los estudios realizados indican que se trata de una pieza representativa del arte indocristiano.

Las características técnicas generales del Cristo de Cortés, son las mismas que guardan las piezas que, como esta, son referidas por los cronistas franciscanos del siglo XVI.

No obstante, las diferencias técnicas que guardan las piezas religiosas realizadas con caña de maíz, pueden comprenderse de acuerdo a su clasificación que realizó el restaurador Enrique Luft.

Menciona que además de los cristos huecos de caña, a otro grupo de menores dimensiones, al que llama domésticas, en cuyo interior se encuentra una estructura hecha con las hojas que cubren la mazorca, amarradas con cuerdas de pita.

El estudio de la técnica de la imaginería en caña, representa una seria problemática, ya que el interés de la manufactura de este tipo de esculturas se despertó, fuera de todo contexto religioso.

El Cristo de Cortés lleva por sí mismo muchos datos más de interés por lo que representa para la comunidad tlaxcalteca, siendo hasta la fecha una pieza de tradición religiosa, usada en años pasados para las procesiones de la Semana Mayor, también es una imagen de tradición histórica.

Existe la creencia de que esta imagen fue traída a la ciudad de Tlaxcala por el conquistador Hernán Cortés y aunque no se sabe precisamente en dónde, popularmente se le ha llegado a relacionar con Cuba, España o tal vez con cualquier región de la Nueva España.

Es evidente que la tradición popular sólo establece un conocimiento subjetivo sobre la historia de esta imagen y aunque estos datos pueden tener un valor en la tradición como patrimonio cultural intangible.

El Cristo de Cortés presenta la participación mezclada de materiales regionales, refiriéndose a la Nueva España, en cuanto al uso de la médula de caña de maíz, en combinación con técnicas europeas en la policromía de la encarnación y cendal.

Una serie de características formales que tienen una relación absoluta con los sitios clásicos europeos para las culturas.

La presencia de una cruz enramada, cuya forma especial sugiere una posible reminiscencia indígena, pero que, aclaramos, sólo un estudio adecuado de esta posibilidad, tal vez sincrética, podrá resolver esta incógnita.

Luego de una minuciosa restauración, Elsa Dubois López recomendó que esta obra de arte debe mantenerse y exponerse siempre fuera del contacto directo con agentes del exterior.

Tales como el polvo, moscas y otros insectos, esto puede lograrse con una vitrina adecuada a las dimensiones del Cristo que a la vez sea accesible de abrir para su limpieza y segura contra ataques vandálicos.

Tratar de que la escultura no sea tocada muy frecuentemente por las manos de los fieles, ya que este hecho impregna grasa a la policromía que además de ensuciarla permite la predisposición  a la suciedad y polvo, lo que trae consigo huevecillos de larvas e insectos.

De ser posible no se debe someter al crucifijo a movimientos constantes, pues provocaría mayores rupturas a sus miembros, esta consideración deberá ser tomada en cuenta mientras la pieza no haya sido intervenida en su proceso de consolidación estructural.

Alejar lo más posible las veladoras de cuya flama se desprende humo que tizna la imagen, además de que resulta evidente el peligro que implicaría la cercanía de fuego.

No permitir tampoco el contacto o la cercanía de los motivos florales, porque éstos traen algunos insectos que ensucian la pieza o pueden dejar larvas de insectos perjudiciales.

Estas y otras recomendaciones se pueden aplicar ya que todo el patrimonio de México es digno de conservación, pero no todo se conserva de la misma manera y bajo el mismo criterio.

Esta obra de arte se puede observar a detalle en el ex convento de San Francisco o Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de la capital del estado.

La individualidad de esta obra radica en su singularidad material, ésta siempre ha estado sujeta a sus condicionantes históricas y estéticas que la hacen ser única en su tipo, adquiriendo una mayor fuerza como patrimonio cultural.

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