Los programas estrella de la 4T

Los programas estrella de la 4T

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CDMX/ 3 /02/2020

Para que los programas resulten estrella y no estrellados requieren estrategia de mediano plazo, reglas de operación y metas objetivas y verificables.

Desde su inicio, la actual administración federal presumió que, con los programas sociales que iba a implementar, lograría crecer y generar mayor bienestar para todos los mexicanos y en particular para los sectores socioeconómicos más desprotegidos.

Con antelación a su funcionamiento, se pensaban tan exitosos que se buscó su exportación a los países centroamericanos, amén del dinero en efectivo que se otorgó a los mismos para que sus ciudadanos no vinieran a nuestro país buscando una nueva oportunidad

Se comenzaron a poner en marcha, siendo el sello de la casa la falta de reglas de operación de los mismos. Eso ha impactado en su estructuración, operación y también en los primeros resultados.

Programas hay muchos. Desde el de pensiones para la 3ª edad (nada que objetar ahí, salvo que no a todos los ciudadanos de ese estrato de edad les ha llegado el apoyo); hasta otros que levantan más dudas que certezas:

√ El de las becas universales. Antes se daban de forma directa a los progenitores o bien solo a los alumnos de mejores calificaciones. La forma en que se reparte el dinero, ahora, hace suponer que más allá de ser un verdadero apoyo (para mejor alimentación, ropa, útiles, mejora en la vivienda) tienen básicamente una intención clientelar. Las formas en que los jóvenes de secundaria gastan su dinero deja muchas interrogantes. Este programa carece de un objetivo claro para el desarrollo y bienestar de la población impactada.

√ En el caso del dinero que antes se dirigía a las guarderías infantiles y que ahora se da de forma directa a las madres, resulta prácticamente imposible conocer y evaluar la formación y cuidado que se da de los niños en sus casas.

√ Los dos programas que se espera provoquen un cambio notable tanto en la economía como en la forma de apoyar a grupos específicos de nuestra población, “Sembrando Vida” y “Jóvenes construyendo el Futuro”, siguen ofreciendo interrogantes en su operación a pesar de que el monto erogado para ellos superó los 60 mil millones de pesos.

Sumamente importante la mercadotecnia utilizada por el gobierno de la 4T para implementar estos programas; faltó, en cambio, más estrategia y visión de mediano y largo plazos para la correcta implementación de los mismos. El gobierno falló en advertir que las metas señaladas por López Obrador resultaban imposibles de alcanzar desde un principio.

Hay algunas cifras que nos permiten adivinar que no fueron tan exitosos como se esperaba. “Sembrando vidas” solamente alcanzó el 13.9% de su meta. Se desconocen las razones; algunas pueden ser válidas, desde que fue uno de los años más secos en nuestro país, hasta que no se tenía el terreno suficiente para sembrar todos los árboles frutales que se habían contemplado. Puede ser también que las personas involucradas en el mismo no querían sembrar ese tipo de árboles o no eran los mejores para darse en ciertas regiones. El no llegar ni siquiera al 25% de lo esperado señala uno o varios problemas en su desarrollo.

El otro programa estrella, “Jóvenes construyendo futuro”, únicamente tenía claro que un millón de jóvenes iban a tener un ingreso con objeto de realizar algún tipo de trabajo o práctica profesional, además, los jóvenes irían acompañados de grupos de apoyo, clases o consultas sicológicas en la tarde. Se desconocen los alcances logrados en general. Tan solo se sabe que de los 900 mil jóvenes que inicialmente se colocaron en alguna posición, solamente 20 mil de los mismos se mantuvieron en su empleo o consiguieron otro (ello de acuerdo a los datos de inscritos en el Seguro Social).

Pues bien, si se realiza un porcentaje de éxito, este es de un 2,2%. Más allá del número que es frío y fatal, la interrogante surge, ¿qué harán todos los jóvenes que ya probaron trabajar y ahora vuelven a estar sin una fuente de ingresos fija? En términos reales pasan a ser desempleados o, peor, entrarán a la economía informal.

Cabe mencionar un último “no programa”, pero que igualmente fue anunciado ampliamente. Se trata el de otorgar millones de dólares a los países centroamericanos para evitar la migración de su población a México. En el caso de El Salvador, sabemos que el dinero que recibió Nayib Bukele sigue sin utilizarse… y el resultado ya lo vimos con el problema que surgió en enero en nuestra frontera sur.

Para que los programas resulten estrella y no estrellados requieren una estrategia de mediano plazo, reglas de operación y metas objetivas y verificables.

 

 

 

 

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