VIERNES QUE TE QUIERO VIERNES… ESE AGUDO SILBIDO DEL CARRITO DE CAMOTES

VIERNES QUE TE QUIERO VIERNES… ESE AGUDO SILBIDO DEL CARRITO DE CAMOTES

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Pedro Morales

Con afecto para “Bebuki o Juanito Corazóncita o Katy”

Nostálgicos y agudos son los sonidos de la calle, desde aquel silbato que acompañaba las noches del policía auxiliar o velador que vigilaba el sueño de las familias con su silbato y su garrote.

Pasamos por ese agudísimo llamado del afilador de cuchillos o tijeras, cuyo operador con un curioso mecanismo de bandas, poleas y hasta un pequeño motor para sacar filo a los cuchillos aún suena una que otra vez por las calles y en las inmediaciones de los mercados se les puede ver en acción.

Pero de todos estos sonidos del recuerdo, uno permanece sin cambios, es ese agudo silbido que sale potente con la fuerza del vapor de una mini caldera que hornea plátanos y camotes, sin quemarlos.

En la ciudad rielera de Apizaco, por algunas tardes el sonido peculiar del carrito de los camotes se escucha a lo lejos y a ratos permanece en las esquinas a esperar que alguien salga con el antojo de probar algo diferente.

¡Camotes! ¡Plátanos!, grita el jefe de familia que recorre las calles un día sí y otro también en busca del sustento para la familia, después de cada chiflido, anunciando sus productos cuadra a cuadra con un valor que depende del tamaño de cada pieza de veinte pesos para un poco más arriba.

Armando N. explica que para ellos tampoco ha sido fácil salir adelante durante esta pandemia, sus ventas bajaron y aun así tiene que seguir recorriendo por las amplias calles Apizaco.

La pandemia lo ha obligado a cuidarse y cuidar a la clientela, sus productos no son tocadas salvo para el lavado y colocación en el pequeño horno de manera horizontal, filas de camotes y plátanos forman la fila para la venta en una charola que hace las veces de horno con su jaladera.

Mientras se dispone a despachar un delicioso plátano, comenta que realmente se trata de un tradicional alimento,  pues sus principales clientes son personas de la tercera edad quienes esperan el paso del “señor de los camotes”.

Aunque todos los identifican como el señor de los camotes, no solo venden esa fruta, también son plátanos que se cuecen al vapor dentro del carrito, con ayuda del fuego que se origina con leña en la parte baja del artefacto.

Este se cocina en aproximadamente 30 a 60 minutos, que se acompaña de leche dulce o azúcar y canela, listos para disfrutarse con un vaso de leche o café, se debe comer calientito porque así sabe más sabroso.

Y de esta forma se gana la vida, ya son en realidad muy pocos los lugares en donde este singular comerciante hace su presencia por las tardes, poca gente sale a la calle, maneja el dinero con bolsitas de plástico a manera de fuentes y de inmediato las monedas y billetes se descontaminan con cloro y agua.

¿Y tu lector, lectora has probado estos camotes asados?

¿Los recuerdas de cuando eras niño-niña?

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